Outlawed - jjk, knj

23 km/h

Me está poniendo muy nerviosa y no está haciendo nada, eso es lo peor. Bueno, nada aparte de lo que Bora le está ordenando. Así que supongo que me pone nerviosa... verle así.

Desde que ha puesto el pie en la empresa, el kamikaze ha seguido al pie de la letra todo lo que le hemos dicho. Y sí, por raro que parezca, eso me incluye. Quizá por eso me pone nerviosa, porque está extrañamente sumiso.

«Haerin, es por el traje, no te engañes».

Cuando el lunes busqué ropa que le encajase para «probar», nunca pensé que le iba a estar como un puto guante y que no tendríamos que pedirle nada a un diseñador. Cogí un traje negro bastante simple y elegante, pero si creía que iba a quedarle igual de soso que al maniquí, lo llevaba claro. Aunque en parte es bueno que le quede tan bien, porque Bora ha felicitado mi trabajo comprando las cosas de la sesión de prueba. Si supiese que el mérito no es mío...

Estoy abanicándome con un puto papel que tenía en el escritorio, y me da vergüenza ajena hacerlo, porque no es precisamente por la mala ventilación del sitio por lo que me noto acalorada. Pero el kamikaze está tan concentrado en seguir las instrucciones de mi jefa, que no creo ni que se dé cuenta de que lo hago mientras no le saco fotos.

Algo positivo: tengo una cámara en las manos, un sueño que jamás pensé cumplir en esta empresa.

Bora ha hecho que el kamikaze meta su Mercedes dentro del estudio y está a mi lado mandando a los iluminadores, al modelo y a mí misma cómo quiere cada foto para probar diferentes encuadres. Me ha dicho que es una prueba para ver si a la marca le gusta ese tipo de foto (y así ahorrar tiempo el día de la sesión definitiva), pero creo que a ella sí que le ha convencido del todo en cuanto le ha visto con el traje.

Es la segunda sesión de fotos que le estamos haciendo. La primera ha sido con su ropa de calle, porque pegaba bastante para el primer concepto que teníamos en mente: el de la imagen totalmente contraria que vende Mercedes a su público. Y ha sido bastante fácil, porque me sentía un poco como en las carreras, pero sin la velocidad y con el kamikaze maquillado y peinado para la ocasión, lo que le hace quedar bastante mejor en la cámara.

Las estilistas también han hecho un buen trabajo. Sé que le dije que no me parecía guapo, pero, por supuesto, mentí descaradamente, porque lo es. Mucho más con espuma efecto mojado en el pelo, porque así salen a relucir los rizos fruto de una permanente que se ha debido de hacer. Lo del maquillaje es más secundario, porque se han limitado a quitarle brillos y a taparle un grano que le estaba saliendo en la barbilla. Pero vaya, que la base es buena. Lo sé yo, lo sabe Bora y lo sabe media empresa. Al menos la mitad femenina heterosexual y la masculina homosexual. Ha debido de correr como la pólvora el rumor de que hay un modelo nuevo que, además de guapo, está buenísimo, porque cuando pulso el disparador de la cámara para sacarle una foto apoyado en el capó del coche, veo a otras dos chicas entrar «por accidente» en el estudio.

—Jongsu, ¿puedes quedarte fuera para evitar que la gente entre? Nos están distrayendo.

Jamás he estado más agradecida con mi jefa, aunque eso implique que mi compañero se quede fuera de la acción. Bueno, de observarla, más bien.

—Vale, perfecto. Haerin, ¿pasamos a fotos en primer plano? Esa cara hay que aprovecharla. —Por supuesto, el kamikaze está gozándolo con ese tipo de comentarios por parte de mi jefa, porque cada vez que hace uno, sonríe. Yo me esfuerzo todo lo posible para hacer lo mismo y no poner los ojos en blanco, que es lo que más me apetece ahora mismo—. Que se vea el logo de Mercedes del volante, ¿vale?

—Claro —respondo, acercándome a la mesa donde están los objetivos para coger uno con un diafragma más abierto. Así podré desenfocar un poco el fondo si me apetece. Luego, cuando ya lo he colocado, voy hasta donde está el kamikaze (sentado en su sitio habitual a petición expresa de mi jefa) y le miro a través del visor de la cámara.