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[Jungkook]

Rino está tumbada en mi cama, desnuda, con su pelo negro extendiéndose por mis sábanas blancas, las piernas abiertas... y mi boca en su coño. Como la reina que es. Mi reina.

Sus dedos están en mi pelo, y cuando doy una lamida lenta y profunda (porque sé que le encantan) desde su vagina hasta su clítoris, tira un poco de mis hebras y noto sus piernas tensarse y temblar, todo a la vez. El gemido que suelta llega directo a mi polla, pero intento ignorarla y centrarme en mi plato favorito, dedicándole especial atención a su clítoris. Lo muevo con mi lengua, poso mis labios y lo rozo con mis dientes. No lo he hecho antes porque sé que eso la deja a puntito, y quería alargarlo todo lo posible. Y no me equivoco, porque en cuanto los siente, suelta un lamento y me tira más del pelo, así que gruño.

—K-kamikaze... —me llama, por lo que no tiene que estar muy cerca del orgasmo si no se le olvida el mote. Y mi propósito hoy es que me llame por mi nombre muuuchas veces.

Por eso, sin necesidad de que me diga nada, succiono su clítoris a la vez que meto un dedo en su vagina. Está bastante tensa ya, así que está cerca. Palpo sus paredes mientras sigo dedicándole atenciones con mi boca al punto que más la hace chillar y, cuando meto el segundo dedo y vuelvo a succionar, el grito le sale ahogado. Intento mirarla alzando los ojos, pero por mi posición y la suya (tiene la espalda curvada y la cabeza hacia atrás), solo puedo verle las tetas. Están brillantes porque las he llenado de mi saliva hace unos minutos. Sí, así es como hemos empezado la ronda en mi casa: comiéndonos la boca de la forma más salvaje hasta que, al entrar en mi habitación medio tambaleando, le he quitado toda la ropa como he podido y he empezado a cubrirla por todas partes. Primero su cuello, luego sus tetas... Joder, ahí me he perdido un poco, la verdad, pero Rino gemía muy alto y me apretaba mucho contra ellas. Encima, no dejaba de mover sus caderas sobre mi paquete, y esa es la causa de que ahora mi polla me esté dando unos cuantos problemitas. También fue la causa, en su momento, de que la tumbase y bajase mi boca hasta su coño. Le encanta que le haga un buen oral y yo no puedo resistirme a dárselo. No cuando parece tan ansiosa. No me lo ha dicho directamente, pero por cómo estaba el otro día, creo que le ha cogido al fin el gusto al sexo y que necesitaba un buen chute. Yo también, claro, porque llevo toda la semana pajeándome con su imagen en el cerebro para no volverme loco, pero me extraña que ella se haya puesto un solo dedo encima. Y joder, cómo me gustaría ver eso...

«Venga, Jungkook, al lío: haz que se corra otra vez y luego... te corres en sus tetas». Mi polla está emocionadísima por la nueva idea que se me ha ocurrido, y a mí ahora mismo mi imaginación me está dando un montón de razones por las que tengo que hacer que se corra ya de ya. La primera de ellas es, siempre, lo bien que me siento después de darle un orgasmo. Es que me encanta, porque antes tardaba un huevo, pero ahora cada vez le cuesta menos, y así pues me siento menos pringado y más ganador. Por eso, cuando curvo los dedos (tres, ahora tengo tres) un poquito dentro de ella y sujeto su clítoris con mis dientes... lo consigo. Intenta ahogarme con sus piernas cuando estalla, pero se lo impido como buenamente puedo y sigo acariciando con mi lengua toda la zona. Y sí, ha dicho mi nombre otra vez, así que doble victoria. Triple cuando me incorporo y veo su cara. Joder, es que está guapísima así: toda despeinada, sudada, con los ojos cerrados y el pecho subiendo y bajando con rapidez. Sus labios se abren para que el aire le llegue mejor y, cuando su cuerpo se entera de que no va a morir todavía, se ríe.

—Buah —susurra con su voz un poco ronca. Sus manos abandonan mi pelo y se van a su pecho. Creo que está notando como su corazón está al borde del infarto, y aunque me encanta verla así, me gusta más que sea debajo de mí, así que repto por su cuerpo, entre sus piernas, y me apoyo con mis manos a los lados de su cabeza antes de darle un beso. Por suerte, Rino nunca me ha dicho nada de que le da asco que la bese después de comérselo, así que me sigue muuuy perezosamente. Hasta así me pone, así que no me queda otra que presionar mi bulto contra su coño, y Rino abre los labios al sentirlo.

Outlawed - jjk, knjWhere stories live. Discover now