Dos largos años... Dos años hablándote, besando tus manos quietas, esperando que abras los ojos... contándote todos los planes que tenía para nuestro futuro.
Dos años viéndote dormir en esa fría cama de hospital que hoy se terminan.
Fuiste y sos la...
Los días pasaron y pasaron y nosotros cada vez estábamos más juntos, teníamos citas dos o tres veces por semana al principio, pero luego de un tiempo ya nos veíamos casi a diario para comer o simplemente pasar el rato. En mi departamento siempre podíamos estar tranquilos ya que los horarios de Yeri eran cada vez más extensos. Por está misma razón todavía no se habían vuelto cruzar desde la primera y única vez en el club.
Estábamos creando una nueva rutina sin darnos cuenta, y aunque no habíamos pasado de darnos besos (algunos un poco intensos) ya prácticamente nos tratabamos como los novios que siempre fuimos. No existió el "¿querés ser mi novio?" literalmente pero después de unos meses ya era algo que dábamos por sentado.
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