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El viaje se nos había hecho eterno, y al llegar al departamento caímos rendidos sobre la cama. Tratar de dormir en un asiento económico había sido casi imposible.

Teníamos unos días para organizarnos antes de que Yeri empiece sus turnos en el hospital general de la ciudad de Seúl. Por mi parte llegué sin trabajo asegurado, así que me tocaba salir a golpear puertas en las editoriales. En algún momento fuí un fotógrafo bastante codiciado, esperaba que todavía alguien recuerde mi nombre y me ofreciera un hermoso trabajo con lindo salario.

El departamento que habiamos alquilado era pequeño, pero para nuestra rutina estaba bien. Yeri pasaba la mayor parte del tiempo en el trabajo, lo que siempre tratabamos de compartir eran las cenas y desayunos. Eramos una pareja muy independiente el uno del otro. En cuanto al lugar por mi parte sólo necesitaba un escritorio donde poner mi portátil, y una esquina en la habitación para mi mochila con el equipo de fotografía que usaba. Simple y eficiente.

La primer semana se pasó volando, tuve algunas entrevistas de trabajo y estaba a la espera de las respuestas. Ya no tenía más excusas para seguir alargando el motivo por el cual había regresado, ese era el día Jiminssi. El día en el que iba a ir al cementerio, sabía donde estabas porque estuve presente cuando tus padres hablaban de eso. No estuve presente porque ellos me quisieran ahí, simplemente no podían sacarme de tu lado y bueno me enteré de todos los arreglos que ya estaban hechos para tu partida.

El Prado era un cementerio muy elegante, metros y metros de pastos verdes bien cuidados, árboles hermosos que creaban un paisaje de fantasía. Yo no hubiera podido pagar por todo eso amor, así que supongo que para algo sirvieron tus padres después de todo. No había tumbas propiamente dichas, porque darían una vista demasiado lúgubre al lugar. En cambio había placas en el pasto, algunas de plata y estoy seguro que de oro también. Tenían los nombres tallados, la fecha de nacimiento y muerte y una frase de despedida de los seres queridos. ¿Me preguntaba que habrán puesto en la tuya?

Estaba seguro que en eso sí yo hubiera sido más eficiente que tus padres. Te conocía de pies a cabeza, de adentro hacia afuera . Y sabía que te hubiera gustado que al leer tu placa la gente no pudiera contener la risa.

Que dijera lgo así como: "Park Jimin 1995-2018 Amante de los gatos y la comida picante "

Ó quizás "Park Jimin 1995-2018 Poseedor del pequeño meñique de la suerte, sonrisa de ojos y labios de molleja"

"Park Jimin 1995-2018 Tierno, sexy y amoroso. Odiaba las cosquillas"

Iba riendo a medida que estas frases cruzaban por mi mente, porque sabía que las amarías a cada una. Siempre tuviste ese humor al límite. Yo te conocía, dudo que tus padres fueran tan creativos con tu placa y lo más probable era que dijera "Amado hijo y amigo" así de impersonal y frío.

Cansado de recorrer los caminos del gran Prado, me acerqué a un chico que por su uniforme asumí que trabaja allí. Le pregunté si me podía dar la ubicación exacta de tu última morada. Sacó un celular y buscó en una aplicación del lugar con tu nombre, apellido y fecha de nacimiento. Nada salió. No había registros de ningún Park Jimin del '95.

Estaba atónito, enojado y triste al mismo tiempo. Me sentía tan inútil, tan estúpido. Ni siquiera sabía donde estaba tu cuerpo, no iba a poder decirte todo lo que tenía en mente, ni acariciar la fría placa en el pasto, ni insultar a tus padres por la estúpida frase que seguramente habían puesto.

Me alejé del chico sin siquiera agradecerle, porque estaba furioso conmigo mismo, por arruinar incluso el último momento que teniamos por compartir juntos. Las lágrimas se empezaron a acumular en mis ojos, y no quería llorar. Todavía no, no era así como íbamos a reencontrarnos.

Miraculum *Kookmin* COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora