Cap 7

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Anya Volkod

Esto no podía estar ocurriendo… él no debía estar aquí, para qué me quiere de vuelta, viene a terminar todo... me matará, no quiero verlo, ¡quiero huir!

Estoy atrapada... horriblemente atrapada, la calma se ha ido, me quitará la vida, las pocas esperanzas que me quedan.

No sé cómo sigue suelto, porque tienen a Joyce... fue el plan de ambos, hacer que uno los amara para luego destruirnos, porque nos hacían sufrir, Geraldine y yo, no merecíamos esto.

Hace tanto tiempo que no sé de ella... al menos pudo escapar del infierno en el que caímos. Al menos una de las dos puede ser feliz. 

Abrazo a Abel como si mi vida dependiera de esto, no es justo usar a alguien para salir de un pozo sin fondo, o para volverse a levantar, pero él me hacía bien... lograba calmar un poco la tormenta despiadada en la que me encontraba.

Se volvía una luz, un refugio... del cual nuevamente me querían sacar, y lanzar al vacío.

Me quiere, pero yo tengo miedo de todo, ya no confío ni quiero creer en el amor.

Solo quisiera borrar mi memoria, sacar sus recuerdos, eliminar el veneno de sus labios, ese que parecía miel y me llevo a la locura...

—Necesito que te relajes... sabes que no podré hacer mucho si te trasladan al sector donde están los pacientes más graves, pequeña, tú no estás loca, ¿si?, yo te creo, siempre lo haré—acaricia mi mejilla y sus ojos se desvían ligeramente a mis labios.
  
 Me limito a asentir y se aparta rápidamente cuando se escuchan los pasos de la señora Beatrice a punto de entrar.

—¿Cómo sigues Any?—cuestiona ella al entrar.

Bajo la vista y guardo silencio, casi nunca le respondo. Eso ayuda a que no me hagan tantos exámenes.

—Se ve mucho más calmada, creo que solo fue un ataque temporal, esperemos que no empeore— le responde Abel con una leve sonrisa.

—Bueno, esperemos que así sea, le avise a sus padres y puede que vengan en un rato más, aunque no es día de visitas déjalos entrar, le hará bien sentir el apoyo de ellos.

No, ya no me sirve eso, que no lo entienden. Ellos han sido los que menos han creído en mi palabra...

—¿Le dará calmantes otra vez?—cuestiona él, al ver que ella se aproxima con una nueva dosis. 

—No queremos que le grite a sus padres, sin supervisión puede hacer cualquier cosa y ellos Siempre piden estar a solas con ella.

Puedo ver como su mirada refleja la preocupación, no le agrada que me den tantas dosis de calmantes o medicamentos innecesarios, pero esta vez lo agradezco, solo quiero dormir y mi mente no me dejará en paz sin esta dosis.

La aguja se inserta en mi brazo como una pequeña picadura, ya no duele tantas inyecciones... tantos dolores, que uno más da igual.

Suspira y yo me acomodó, para dormir. Es lo que te enseñan, inyección y siesta.

—Abel, ve a buscar el informe del paciente que vimos hace un momento olvide anotar algo.

Él se debate entre ir de inmediato o no, me mira y hace una mueca disimulada en forma de despedida, para luego retirarse.

Al los pocos segundos se retira ella, dejando mi habitación cerrada, me doy la vuelta dejando la puerta a mis espaldas.  

Mis ojos comienzan a pesar, al igual que todo mi cuerpo, pero mis sentidos se ponen en alerta, cuando escucho a alguien entrar.

¿Realidad? (Libro 2)Where stories live. Discover now