10.

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SEÑOR Y SEÑORA SULLIVAN
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—Lydia March, tú y yo nos colaremos en una boda.

Empecé a reírme creyendo que era solo una broma, pero la diversión se esfumó al ver que no imitaba mi acción.

—No me digas que hablas en serio.

—Cien por ciento—asintió decidido.

—Esas cosas son exclusivas, debes estar invitado para entrar, ¿y adivina que? Nosotros no lo estamos.

—Tengo un plan.

—Y yo tengo miedo.

—Tu solo sígueme la corriente ¿si?

Por mi mente pasaron todos los posibles escenarios, como nunca nos dejarían entrar, como harían que la policía nos escoltara afuera, mi madre y su abuelo regañándonos; y aún así no puedo creer lo que me escuché decir.

—De acuerdo.

No esperó más y tiró de mi mano hacia la gran puerta que ahora estaba cerrada nuevamente y custodiada por dos hombres de gran tamaño. Mire a Laurie, tan alto y delgado, podrían hacerlo trizas con un golpe. Me aferré a su brazo ante el pensamiento.

Uno de ellos nos frena.

—Nombre—nos pide mientras el otro saca una lista.

—Señor y señora Sullivan—contesta con el mentón en alto y sin el mínimo ápice de nerviosismo.

El hombre de la lista niega con la cabeza.

—Lo siento pero no pueden entrar.

—¿Es una broma? Le pido por favor que se fije de vuelta, y esta vez preste atención.

Yo permanecía muda mirando expectante toda la bizarra situación, como si un ratón se hubiese comido mi lengua.

—Lo siento señor ya revisé y no hay ningún Sullivan en la lista.

—¡No puedo creerlo!—Exclama sonando realmente indignado. Alguien de aquí en serio tenía futuro en el teatro—. ¿Acaso no saben quienes somos?

—Señor le ruego que no haga un escándalo.

—Está hablando con dos de los comerciantes más conocidos de todo Concord. ¿Es que usted vive debajo de una roca?

El hombre parecía estar perdiendo la paciencia así que decidí intervenir.

—Disculpe a mi esposo, debe entender que el novio es uno de sus socios más cercanos, y le dimos nuestra palabra de que estaríamos aquí para celebrar tan divina unión pero debido a un pequeño altercado llegamos con demora.—explique con un tono empalagoso.

—Creo que nadie de aquí querrá arruinarle la fiesta a los recién casados para comprobar que esto fue solo un error de sistema ¿verdad?—agregó Laurie.

Ambos hombres intercambiaron miradas por lo que parecieron horas antes de dirigirse de nuevo a nosotros.

—Lamentamos el infortunio, seguro fue un malentendido como usted dijo señor Sullivan.

—Que tengan una bonita velada—el otro hombre abre la puerta y nos deja entrar.

—Se lo agradezco—se acomodó la solapa de su traje y con un aire de superioridad entrelazó su brazo con el mío y tiró de mí hacia adentro.

LITTLE WOMEN|| 𝑚𝑎 𝑏𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora