7.

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MI LUGAR SEGURO
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Un nuevo día, un nuevo comienzo.

Por suerte ya me sentía mejor y el resfriado se me había ido, estoy casi completamente segura de que Irma y su té mágico fueron los responsables de mi mejoría. Podría decirse que Laurie y su lectura también habían sido un factor importante.

Baje a la cocina percibiendo un exquisito aroma a pan recién horneado. Mi estómago parecía bastante feliz en anticipación a lo que se venía de desayuno.

El ambiente seguía tan tenso como ayer, esta vez ya se encontraban todas en la cocina y Jo había tomado directamente mi lugar, bien lejos de Amy.

—Hola mi hermosa familia, ¿Cómo amanecieron?— salude mientras me encaminaba hacia la silla donde usualmente se sentaba Jo.

—¿Y a esta que le picó?— susurro la escritora.

Yo le lance una servilleta en respuesta a lo que ella sonrió. Señoras y señores, eso era un gran avance.

—¿Como te encuentras Lyds?—me pregunto Meg.

Tome una rodaja de pan y la unte con la famosa y deliciosa mermelada de frutos rojos de Hannah.

—Por suerte mucho mejor. Ya puedo estar más de veinte minutos sin estornudar. Eso es un gran logro— todas rieron.

—Me alegro que te encuentres mejor. Joana también.—dijo Beth abrazándome con su muñeca en manos.

—¿Cuéntenme de que me perdí? ¿Qué tal el ensayo Meg?

—¡Oh no sabes lo hermoso que será todo!—exclamó Meg entusiasmada y luego empezó a relatarnos cada detalle de los preparativos.

Pude ver como Jo daba vueltas su comida y suspiraba.

Debía hacer algo para hacerla sentir mejor.

—Oye Jo ¿te acuerdas cuando de niñas íbamos a esa pequeña laguna a patinar?

Levantó la vista de su plato y sonrió.

—Esos eran buenos tiempos.

—Bueno ¿qué te parece si vienes con Laurie y conmigo hoy?

—No se yo...

—¡Vamos anímate! Por los viejos tiempos. Además Laurie te caerá de maravilla. No tienes ni idea del repertorio de bromas que tiene.

—¡Buen día señoritas! Hoy es un día fresco y soleado, último día del río. Traigan sus patines—apareció un Laurie entusiasmado. Ya existía la suficiente confianza para que pudiera entrar a casa sin ni siquiera tocar la puerta.

—Hablando del rey de Roma—me levante y tome la mano de Jo—¡Andando!

Antes de salir agarre el bolso con ambos pares de patines.

Narrador:

Lo que ni Lydia ni Laurie notaron al ir en su propia burbuja, fueron los desaforados gritos de la menor de las March, Amy, quien intentaba alcanzarlos.

Jo por el otro lado, la había oído a la perfección pero no estaba de humor para estar con su hermana luego de lo que está había hecho, así que prefirió ignorarla y continuar, suponiendo que Amy en algún momento se cansaría y se marcharía.

Los tres se pusieron sus patines y se deslizaron por el hielo, riendo y empujándose entre ellos. La escritora por fin podía comprender porque su hermana no dejaba de hablar del joven Laurence, el muchacho era interesante y gracioso; debía admitir que jamás había visto a su hermana reírse de tal manera.

LITTLE WOMEN|| 𝑚𝑎 𝑏𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑒Where stories live. Discover now