LITTLE WOMEN|| 𝑚𝑎 𝑏𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑒

23.

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DECISIONES DEL PASADO
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Laurie's POV

De un solo movimiento, mi brazo arrasó con todo objeto sobre el escritorio. El ruido de cristal y madera estrellándose, ahogando levemente el caos en mi mente. El whiskey encargándose de ahogar el resto.

Mi garganta ya había dejado de arder luego del cuarto vaso, más mi cabeza parecía latir cada vez más.

Lance la botella vacía, y torpemente destape una nueva; sin molestarme en formalidades, la lleve directamente a mis labios.

Al ingresar a la casa, nadie se había atrevido a dirigirme la palabra ni a detenerme cuando comencé a destrozar todo en mi camino. Los pequeños cortes en mis manos solo provocándome satisfacción.

Lo había arruinado todo. Esto era lo que me merecía. Cada segundo de miseria, dolor y sufrimiento.

Tambaleante me dispuse a reunir mis pertenencias y comenzar a empacar.  Al acercarme a un pequeño tocador, el reflejo en el espejo pareció burlarse de mí.

"Cinco años anhelando la presencia de mi mejor amigo, de la persona que creí amar."

Su voz entrecortada, sus ojos nublados por las lágrimas, la expresión de dolor en sus delicadas facciones, hacían que quisiera golpearme a mí mismo.

Antes de poder evitarlo mi puño se estrelló de lleno, fracturando el cristal en cientos de pedazos.

Pude oír los leves jadeos de sorpresa del servicio domestico, aunque todo sonido parecía provenir de lejos, debido a mis sentidos estando adormecidos.

El dolor me alegraba. Era mejor estar sangrando físicamente, que ponerse a pensar en aquellas heridas que jamás sanarían.

Era mi culpa.

No. Había otra persona a la que también podría culpar, más a fin de cuentas eso no modificaba la verdad. Cinco años atrás era demasiado joven y cegado por amor para tener en consideración todos los daños colaterales que mis decisiones acarrearían.

Me merecía perderla. Debería haber sido egoísta desde un principio. Nada de esto hubiese ocurrido si ignoraba esa voz altruista en mi cabeza.

Esta no había sido mi intención. Nada de esto era lo que había deseado.

El líquido volvió a deslizarse por mi garganta mientras me dejaba caer en la cama.

Y recién en ese momento me arrepentí de cerrar lo ojos, porque todo, cada instante vivido a su lado pareció pasar en frente mío, echándole sal a la herida.

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Concord Massachussets
Cinco años antes, 1865.

Narrador omnisciente.

El cálido sol de primavera abrazaba los cuerpos de los invitados. La alegría era palpable en el ambiente de la tan ansiada boda de Margaret March y John Brooke.

En especial en dos jóvenes, quienes giraban como torbellino entre los demás invitados, sin tomar conciencia de sus alrededores. En la euforia del momento, ninguno de los dos pareció darse de cuenta de la manera que ambos se perdían en la mirada del otro. Sus corazones tan entrelazados como sus dedos.