22.

9.7K 1K 536
                                    

┌───────── ∘°❁°∘ ─────────┐
ERRORES Y PROMESAS
└───────── °∘❁∘° ─────────┘
.
.
.

—¿Mademoiselle?

La suave voz de Janette, una de las empleadas de la casa de Drew, hizo que me despertara de un salto; todos los músculos de mi cuerpo contrayéndose de dolor por el simple movimiento.
Sin embargo, solo bastó con mirar hacia mi izquierda para que la culpa me inundara. Culpa por quejarme de esos mínimos dolores, cuando la persona a mi lado había sufrido mucho más.

El doctor de la familia recibió una gran suma de dinero de mi parte por responder a altas horas de la madrugada y disponerse a ayudarnos, sin hacer preguntas al respecto.
Afortunadamente, luego de dos largas y exhaustivas horas, el hombre nos afirmó que Drew no corría peligro. Los huesos rotos eventualmente sanarían, los moretones desaparecerían, y en menos de tres meses, no quedaría rastro de lo ocurrido. Lamentablemente, eso no significaba que el proceso no fuera doloroso, al contrario, estas primeras horas serían fatales.

Intentando tomar la mejor decisión posible, acordamos que sería mejor si Drew permanecía sedado durante estas primeras veinticuatro horas, reduciendo el dolor hasta ser casi inexistente.

Después de todo, era lo mínimo que podía hacer por él, además de pasar toda la noche en el pequeño sillón al lado de su cama.

—Señorita Lydia, una carta para usted.

Cerré los ojos al ver el remitente. Las noticias volaban. La tía March demandaba mi presencia de inmediato. Solo pensar en su reacción y la desaprobación que probablemente mostraría al respecto, hacían que mi estómago se anudara.

—Merci.

Janette asintió y se retiró. No mucho después la puerta volvió a abrirse.

—Creí haber oído tu voz desde la cocina. Espero que sea de tu agrado el té de hierbas, se ve que Andrew no es de ir al mercado muy seguido—sonrió Émile entregándome una taza humeante.

El hogar de Drew había sido el más cercano. Vivía en un pequeño complejo de edificios, escondidos tras una galería de artistas, no muy lejos de dónde había ocurrido el incidente.

Sin embargo, no fue la localidad, ni lo cálido de su departamento lo que llamó mi atención; sino el joven vecino, quien al vernos llegar corrió rápido hacia Drew. Pocas cosas recuerdo con claridad, más el tierno beso que el hombre pelirrojo deposito en su nariz y sus tiernas palabras en francés permanecían grabadas en mi memoria.

—No tienes idea de cuánto lo necesitaba—murmure dando un sorbo y dejando que el líquido me calmara.

—Es lo mínimo que puedo hacer por ti—tomó asiento del otro lado de la cama, deslizando su mano para sujetar la de Andrew.

—Yo...debo irme. Mi tía está solicitando mi presencia, y me temo que no es una mujer a la que me gustaría desafiar.

—Yo permaneceré aquí y te haré saber si algo cambia, no te preocupes.

—El médico está a tu completa disposición, ante cualquier inquietud, tú solo escríbele y dile que luego le haré llegar el dinero. Si necesitas algo me avisas de inmediato, sin importar que tan absurdo sea. Intentaré volver lo antes posible.

—Drew tenía razón—sonrió melancólicamente, pasando su vista del mencionado a mí—. No ha parado de presumir que tan increíble eres, y ahora por fin puedo comprender el porqué.

—¿En serio?—inquirí sorprendida, no solo por el hecho de que hubiese dicho eso de mí, sino por haberlo compartido con Émile. Jamás me había hablado de él, más por la confianza con la que el hombre se manejaba por el departamento, asumía que no eran conocidos de una sola noche. Muy pronto obligaría a mi amigo a darme todos los detalles.

LITTLE WOMEN|| 𝑚𝑎 𝑏𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑒Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora