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DULCE NAVIDAD PARTE 2
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—No Jo, esto es una iglesia debe ser más romántico.

—Si pero deben estar de pie.

—¿y donde se supone que baile? No hay espacio.

—Podríamos hacer el acto uno por allá y luego....

—¡Feliz Navidad mis niñas!— se escuchó el grito feliz de nuestra madre.

—¡Marmee!

—¡Madre!

Las cinco fuimos rápido a saludarla y a ayudarla a quitarse el abrigo.

Al mismo tiempo estábamos hambrientas por lo que de una manera muy indiscreta la íbamos empujando hacia la mesa llena de comida.

Meg: Esto si que es un banquete.

Jo: Tengo tanta hambre que podría devorar una vaca completa.

Amy: ¡Jo! No digas cosas así.

—mmm, ¿mamá me pasas el jugo?— le pregunte señalando la jarra hasta que me di cuenta que ella estaba en silencio y tenía esa cara.

Esa cara. La cara de "voy a pedirles algo probablemente para caridad, nombrando a su padre luego de eso y no se como decirlo"

—¿Qué ocurre madre?— dijo Meg al notar su falta de entusiasmo por la comida.

—¿Te encuentras bien?

—Cerca de aquí vive una pobre mujer, la joven señora Hummel. Sus cinco hijos están en una cama para evitar congelarse y no tienen que comer—. Empezó Marmee—. Pequeñas...¿les darían su desayuno como obsequio navideño?

Silencio. Y más silencio.

—¿ahora nos dirás que papá lo desearía?—dijo Beth en un tono de voz apenas audible.

—Si...

Así fue como el clan March salió a las calles, cubiertas de una gran capa de nieve por cierto, llenas de canastas y abrigos.

Si llegamos vivas y sin caernos hasta la casa de la señora Hummel, será un verdadero milagro navideño.

—Uno, dos, derecha, izquierda— Jo iba marcando el paso

—Muevan sus brazos para estabilizarse y no caerse.

Debo admitir que fue graciosa ver a Meg  caer y en un intento fallido de sostenerse de algo empujar a Amy con ella.

Madre nos fulminó con la mirada a Jo y a mi cuando empezamos a retorcernos de la risa.

¿Qué les puedo decir? Soy eso que llaman una persona risueña. Puedes hacer cualquier cosa y yo estaré muriendo a carcajadas.

Un llanto me saco de mis pensamientos.

Supongo que habíamos llegado. Frente a nosotras, una pequeña casa de madera algo descuidada. De allí provenía el llanto del bebé.

Todas frenamos en seco.

Era horrible ver que había personas que no tuvieran que comer mientras estaban los ricos de la alta sociedad dando banquetes y desechando a la basura todo aquello que no se comiera.

Amy sujetó mi mano con fuerza; yo la mire y asentí con la cabeza.

Al abrirse la puerta apareció una mujer delgada, con cabello castaño y portando ropa que definitivamente no era apta para el invierno.

LITTLE WOMEN|| 𝑚𝑎 𝑏𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑒Where stories live. Discover now