Capítulo diecinueve

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"Un mentiroso sabe que es un mentiroso, pero el que habla con la verdad a medias para engañar es un artesano de la destrucción".

Criss Jami


Durante la noche, me di a la tarea de editar la fotografía que usaría para la exposición, también edité la que Aarón escogió. Pasó por mí al día siguiente, cerca de las nueve de la mañana. Quería ser de los primeros en el centro de impresión, ya que se llenaba, más en estas fechas, según Aarón, por los fotógrafos del lugar, que tenían que entregar trabajos.

Nos fuimos en su motocicleta hasta el pueblo vecino. Pasé nuevamente ese trayecto de arboles y cerros. Esperaba nunca encontrarme en una situación en la que tuviera que atravesar este lugar caminando, porque sería una eternidad.

Llegamos, el local se encontraba en pleno centro. Era un lugar grande, en realidad, más grande de lo que imaginaba, abarcaba cerca de tres locales y había cerca de diez personas para atenderte, pensé que solamente imprimían fotografías, pero no, también imprimían carteles, lonas y hacían playeras personalizadas. Eran un negocio, perfectamente planeado

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte? —me atendió una chica de cabello negro, corto y arete en la nariz.

—Buenos días. Voy a imprimir estas fotografías en 30 x40—le entregué la USB

— ¿Son las únicas fotografías que están en la USB?

—Sí

—Las fotografías estarían listas en la tarde, a partir de las 4 en adelante

—Si no puedo venir por ellas hoy, ¿hay algún problema si vengo mañana?

—No

— Y si yo no puedo venir, ¿puede venir alguien más por ellas?

—Sí, sólo tiene que traer el comprobante de pago.

—Perfecto

Ella me entregó un papel y fui a pagar a la caja.

Pagué y salí del local. Afuera estaba Aarón esperándome, no quiso entrar, ya que era yo la que sabía del tema y podía manejar bien la situación.

— ¿En cuánto tiempo estarán listas las fotografías?

—Hasta la tarde, pero mañana podemos pasar por ellas temprano.

—Bien, puedo pedirle permiso a los chicos para venir por ellas.

—No podrás manejar la motocicleta y cargar las fotografías.

— ¿Son muy grandes?

Asentí

—Aunque puedo prestarte un portafolio que tengo para estos casos, aunque también es grande, por lo menos te lo puedes colgar como una bolsa.

—Es lo mejor.

Metí el recibo en la bolsa de mis jeans.

—Tenemos un poco de tiempo antes de regresar a Tlatlatlillitlán. ¿Me acompañas a comprar unas cosas?

—Sí, ¿Qué comprarás? ¿Calzones?

Rió

—No, unos cuadernos para la escuela. Hay un centro papelero en el pueblo, pero aquí tienen mejor surtido y es más barato y ya que andamos por aquí, prefiero comprarlos.

—Perfecto, así también compro los míos. ¿Está muy lejos?

—No

Nos subimos a su moto y fuimos con rumbo al centro papelero.

Perverso SecretoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt