Capítulo cuarenta y nueve.

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"Cuando la verdad se esconde detrás de una pared de mentiras, cada mentira es otro ladrillo en la pared hasta que no podemos ver la verdad".

Shaun Jeffrey.

Supe disimular bastante bien, el descubrir que mi hermana, la verdadera Sofía Carranza, era Marina Reyes.

¿Por qué demonios no sabía sobre eso?

Actué indiferente y le pregunté a Gerardo si ella era Marina.

—Recuerda que tengo prohibido usar el celular, Olivia, perdón, Sofía.

En ese momento no quería que me llamaran de esa manera.

—Descuida, puedes decirme Olivia, me acostumbré, por mucho tiempo he sido Olivia, tanto, que ni siquiera siento que mi nombre real sea mi verdadero nombre.

Tomó el celular y lo vio por una fracción de segundo. No niego que por esa milésima de segundo, tuve la esperanza de que me dijera que no era ella, que era alguien más, pero no fue así.

Asintió

—Sí, ella es Marina Reyes

¡Maldición!

Alguien tenía que darme muchas explicaciones.

—Era muy hermosa.

—Tenía a Aarón embobado, supongo que por ese motivo no vio venir lo que pasó. Pero si te soy sincero, a mí no me dio buena espina, la forma en la que llegó al pueblo fue muy extraña.

— ¿Cómo llegó al pueblo?

—Llegó al inicio del verano, se hospedó en uno de los hoteles de la ciudad vecina, nadie supo en cual. Y todos los días venía al pueblo. Poco a poco comenzó a meterse en nuestro círculo, comenzó con los chicos Carranza y después continuo con nosotros, pasadas unas tres semanas, ella ya era novia de Aarón. Fue todo muy rápido. Si te soy sincero, no me sorprendieron tanto los acontecimientos venideros. No como contigo, de ti si no lo esperé, lo supiste planear todo a la perfección, cada maldito detalle, incluso cuando descubrimos tu verdadera identidad, estoy seguro que eso también lo planeaste.

Le devolví el celular.

—Lo que no entiendo es porque lo hiciste, ¿por qué te molestaste en planear todo esto? ¿No era más sencillo, sólo presentarte y decir que eres una Carranza?

—Será mejor que te deje descansar—me levanté—Nos vemos luego, Gerardo.

Sin responder a sus preguntas salí de su habitación. No respondí porque quisiera hacerme la interesante o porque me hubiera molestado su cuestionamiento, sino, porque ni yo sabía la verdadera respuesta de por qué mi madre se había molestado en planear todo esto.

Me fui a mi habitación, cerré la puerta con seguro, después de lo sucedido con mi tío, no quería que se repitiera algo parecido.

Entonces caí en cuenta que el expediente que me dio Nadia Narváez era falso, ella debía saber la verdad, me sentí utilizada. Tomé mi celular y le marqué por teléfono.

— ¿Cómo estás, Livi?

—Necesito que me digas de quien es el expediente que me diste haciéndolo pasar por el de Marina Reyes.

—Es el de Marina Reyes, como te dije, había dos expedientes, el real y el que le hicieron llegar a los demás.

— ¡NO MIENTAS!—le grité—Sé que esa chica no es la verdadera Marina Reyes, porque ella no murió.

Hubo silencio de su parte, por un momento pensé que me había colgado, pero la llamada seguía en pie.

— ¿Quién te lo ha dicho?

—Entonces lo sabías y yo que pensé que podía confiar en ti, pero me equivoqué eres igual que los demás.

— ¿Quién te lo ha dicho? —repitió

—Yo sola lo he descubierto. Esas son las consecuencias de mandarme a la boca del lobo con poco conocimiento a que descubra una verdad que sé que a todos les pesará. Eso sólo ocasiona que les tenga más resentimiento a todos y que desconfíe en los demás.

—Tu madre me ha hecho prometerle que nunca te lo diría.

— ¿Y nunca pensó que podría descubrirlo? —arqueé una ceja

—No, porque cubrimos todas las evidencias, incluso hicieron que se borraran las fotografías de ella.

—No todas—dije con desprecio —Entonces ¿Tú la ayudaste?

—Claro que lo hice, no me quedó de otra. Tuve que venir al pueblo, diciendo que los superiores me habían mandado para que no se hiciera un escándalo en el lugar y afectara su imagen, pero quien en realidad me mandó fueron ella y tu padre.

— ¿Ambos lo sabían?

—Sí, porque tu hermana se saltó sus órdenes.

Entonces todo cobró sentido.

Me habían mandado a mí y no a ella, porque ya la conocían, había metido la pata y era yo, como siempre, la que tenía que pagar los platos rotos por otros.

—Ocasionó caos, el cual es mi responsabilidad arreglar, como siempre ha sido desde el momento en que nací—colgué sin dar explicaciones.

Me dejé caer en la cama, como una adolescente melodramática. Cerré los ojos un segundo y exhalé de manera exasperada. Esto definitivamente se me estaba yendo de las manos y si eso pasaba no habría nadie para solucionarlo, porque era algo que ni Aitor podría resolver, porque si algo no sabía él, era que mi verdadero plan no era el que él creía.

Escuché como se abrió la puerta del armario y me levanté de golpe. Pensé que sería mi padre, pero me equivoqué y sin duda me sorprendió ver a la persona que estaba delante de mí, me levanté de golpe de la cama.

— ¿Qué es lo que haces aquí?

—Necesitamos hablar, hermana. Sé que sabes toda la verdad.

— ¿Cómo te enteraste?

—No adivinas.

Ellos tenían cámaras escondidas en toda la casa.

—Revisé y en este cuarto no hay cámaras.

—En los demás las hay. Por eso todos son muy cuidadosos con lo que dicen y hacen, menos Max. Tenemos que apagar su cámara, cada que trae una chica a casa.

—Después del desmadre que ocasionaste no sé qué es lo que haces aquí, te pueden descubrir. Se supone que estás muerta—exhalé de manera exasperada—eres la persona a la que menos quiero ver en estos momentos. Estoy cansada de siempre tener que arreglar tus errores.

—Las cosas no son como crees.

— ¿Entonces cómo son?

—Ven conmigo, Aitor puede explicarte mejor las cosas.

Caminó con rumbo al armario.

Comencé a seguirla. Entramos, bajamos al cuarto secreto y nos incorporamos al pasadizo que usé con anterioridad. 

Perverso SecretoWhere stories live. Discover now