Capítulo veintiuno

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"Es sorprendente lo fácil que una mentira se asume como verdadera cuando se impone desde siempre".

Fernando Trujillo Sanz

— ¿Me estás escuchando, Livi? —miraba hacia la nada, al fondo de esa ventana escuchaba como los niños jugaban, era una tarde de verano y yo estaba en casa tomando lecciones.

Asentí

—Sí, lo hago. Siempre lo hago.

—Bien, continuemos. Él es la persona a la que debes de...—la interrumpí

—Aún no entiendo, ¿por qué tengo que ser yo la que haga todo esto? ¿Por qué no es ella? —señalé a la otra niña que también estaba en esa habitación.

—Ya te lo expliqué muchísimas veces

—No quiero hacerlo.

—Pero lo harás. Porque eres de esta familia y es tu deber

—No es mi deber hacerlo ahora.

—No lo harás ahora, será en unos años, pero para eso debes de estar preparada

—No, no quiero—me levanté y fui con rumbo a la puerta

—Si sales de esta habitación estarás castigada

—No me importa—la reté — ¿cómo me castigarás? Sin salir. Nunca salgo

Exhaló exasperada. Estaba enojada, lo vi en su mirada.

—Livi, ven para acá

Seguí caminando

—Odio ser parte de esta familia—azoté la puerta al salir.

Fui a la que era mi habitación, me acosté en mi cama y abracé un pequeño oso de peluche, que tenía desde que podía recordar.

Pasaron un par de minutos, cuando ella llegó y se sentó sobre mi cama.

—Vete, no quiero verte.

—Tendrás que hacerlo, vivimos en la misma casa, ¿lo olvidas? Sé que eres muy pequeña aún para poder entenderlo.

—Tengo diez años, lo único que quiero es salir a jugar como los demás niños del vecindario.

—Sabes que tienes muchas obligaciones que atender—soltó una respiración sostenida — Está bien. Dejaremos las lecciones por un tiempo, pero recuerda que ellos son muy listos y te pueden engañar fácilmente, por eso debes de estar preparada lo mejor posible.

— ¿Por qué los odias tanto?

—Ellos me hicieron mucho daño

—Eso me lo has dicho muchas veces.

Respiró profundo y exhaló

—Ellos mataron a una parte de mí, a mi parte feliz. A ellos no les importó si yo sufría las consecuencias de sus actos. Livi, ellos son los responsables de que vivíamos aquí, escondidas, lejos. De que no tengas un papá. Ellos muchas veces quisieron hacerles daño, cariño. ¿Entiendes eso? Son personas malas, por eso tuvimos que irnos de donde vivíamos y quedarnos aquí. Donde nadie nos conoce, por eso no dejo que juegues con otros niños, para que nadie sepa que vivimos aquí y que esa gente mala, no nos encuentre.

Desperté agitada, como siempre lo hacía, después de revivir mis recuerdos de niña.

Pasaron días desde la presentación en la galería y de la bochornosa escena que ocasionó Enzo. Hablaron de ello, como era de esperarse, pero con el paso del tiempo, las personas parecieron olvidarlo y se enfocaron en la emoción que les causaba la fiesta que los Carranza ofrecerían en Las Parcas.

Hasta Aarón, que decía odiarlos, estaba emocionado con el hecho.

Me encontraba en la pizzería, atendiendo un par de llamadas, era el día de la fiesta y por eso cerraríamos temprano.

Estábamos por terminar los pedidos, cuando me sorprendí, al ver llegar a Enzo, por fortuna el menor de los Martínez Enciso, no se encontraba.

—Hola, Olivia—me saludó muy jovial

— ¿Qué puedo hacer por ti, Enzo? ¿Ordenarás algo, porque estamos a punto de cerrar los pedidos?

Asintió

—Quiero ordenar cuatro pizzas familiares de pepperoni

— ¿Las quieres para la fiesta?

—Sí

—Está bien, pero tendrás que quedarte a esperarlas, porque ya es tarde y nuestro repartidor está cerrando sus entregas.

Pensé que pondría alguna objeción, pero no lo hizo.

—Está bien— fue a sentarse a una de las mesas que había afuera del local.

Me giré para ver a Axel y Álvaro quienes estaban tan sorprendidos como yo.

— ¿Y a este qué le pasa? —preguntó el mayor de los Martínez Enciso

Me encogí de hombros.

—Pero terminen rápido esas pizzas, antes de que llegue su hermano y se arme la tercera guerra mundial entre ellos.

—Tienes razón.

Estaban preparando unas pizzas de pepperoni y en el horno tenían otras dos, así que en menos de lo que se esperaba estuvo lista su orden.

Le lleve las cuatro cajas de Pizza hasta donde estaba sentado

—Aquí tienes, Enzo

Me extendió un billete de quinientos pesos, ni siquiera preguntó cuánto era, pero era menor a la cantidad que él me dio.

—Conserva el cambio

—Gracias

Se levantó y lo noté un poco afligido

— ¿Te ocurre algo?

—Quisiera disculparme por mi comportamiento de las veces anteriores en las que hemos coincidido.

—No pasa nada.

—Claro que pasa. Me comporté como un idiota y mereces una disculpa de mi parte. Me gustaría estar bien contigo. Podríamos ser amigos, si a ti te parece bien.

Sonreí

—Descuida, estamos bien.

— ¿Irás a la fiesta en Las Parcas?

Asentí

—Nos vemos esta noche.

—Adiós, Enzo.

Lo vi irse con las cajas de Pizza con rumbo a su coche.

Cuando me acerqué a la caja registradora a depositar el dinero que me dio, los hermanos no perdieron la oportunidad de interrogarme

— ¿Qué fue todo eso?

—No tengo idea. Fue una especie de disculpa

— ¿Por qué?

—Por las veces que se portó como un idiota conmigo

—Es la primera vez que escuchó que Enzo Carranza se disculpa con alguien, ¿Qué fue lo que le hiciste, Olivia, para que se disculpe?

Solté una respiración exasperada.

—Mejor sigan haciendo las pizzas, y no le digan una sola palabra de esto a Aarón, no queremos escucharlo refunfuñar por todo. Además si le dicen no querrá ir a la fiesta y está muy emocionado con ello.

—No diremos nada, descuida.

Sonrieron y continuaron con la elaboración de las pizzas.

Sin duda algo había provocado ese repentino cambio de actitud en Enzo, pero qué sería y por qué, sin duda era algo que tenía que averiguar. 

Perverso SecretoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang