Capítulo uno

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"Pequeña  virtud es guardar  silencio sobre algunas cosas..."

Ovidio


Bienvenidos a Tlatlatlillitlán, decía el letrero que acababa de ver por la ventana del bus.

—Sé que parece un trabalenguas, pero te gustará mucho el pueblo. Es bastante pintoresco.

Sonreí

Sólo veía árboles, cerros y más árboles. Comenzó a acercarse al pueblo. Llegamos a la estación de autobuses, nos bajamos y salimos.

Mi madre tenía razón. El pueblo era bastante bonito, incluso, más que en las fotografías. Entendía el motivo de que fuera visitado por turistas todo el año. Con casas construidas hacía más de cien años. En esa parte en la que estaba parada, era prácticamente como si el tiempo se hubiese detenido y estuviéramos a inicios del siglo pasado.

Tomó su celular y comenzó a revisar algo.

—La casa está cerca de aquí. Podemos caminar.

Asentí

No llevábamos mucho. Yo solamente llevaba una mochila. Ella simplemente una bolsa.

—Las cosas ya deben de estar en la casa.

Caminamos, atravesamos la plazuela, con su kiosco, una fuente y la iglesia del pueblo.

Dimos vuelta en una calle, ahí estaban todos los locales de comida del pueblo, ya que afuera de los establecimientos había mesas y toda la calle estaba adornada con banderillas de colores. Caminamos hasta el final, después dimos vuelta a la derecha, otras dos cuadras y llegamos.

Tenía razón estaba bastante cerca.

Era una calle en donde todas las casas eran de color blanco, con tejas en el techo, macetas con flores de diferentes colores y faroles afuera de ellas.

—Aquí es. El 512

Sacó las llaves de su bolsa, abrió y entramos. La casa era de dos pisos y tenía dos balcones. La puerta era de madera. Al ver el interior, quedé anonadada, era completamente diferente al exterior rústico. Adentro era una casa completamente moderna, de concepto abierto. La sala, comedor y cocina estaban conectados.

Los sillones de color marfil, el comedor de un gris opaco y la isla de granito color blanco que combinaba a la perfección con los gabinetes de la cocina y el color de las paredes en tonalidades neutras.

—Las habitaciones están en el segundo piso.

Comencé a subir las escaleras.

— ¿Quieres que pida algo de comer?

Me detuve. Me giré para verla.

—Sí, está bien.

Subí. Ambas tenían una hermosa vista de la calle y del pueblo.

Dejé la mochila, en la habitación que vi mis cosas. Me aventé en la cama. Estaba cansada, fue un largo viaje para llegar. Ese sería mi nuevo hogar por un largo tiempo.

Respiré profundo, exhalé y cerré los ojos. Caí en un profundo sueño.

— ¿Otra vez estás mirando esas fotografías?—preguntó esa voz que conocía bien.

—Sabes bien que no puedo dejar de verlas. Aún me cuesta entender ciertas cosas.

— ¿Qué es lo que te cuesta entender? —se acercó a mí y se sentó a mi lado en el suelo.

Perverso SecretoWhere stories live. Discover now