Capítulo treinta y uno

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"Los mentirosos hacen las mejores promesas".

Pierce Marrón

Ella tuvo razón, su respuesta para nada fue de mi agrado. Gerardo era en definitiva un Carranza de sangre. Era hijo de Judas.

Según la investigación de mi hermana. Judas embarazó a la madre de Gerardo cuando tenían un romance secreto, ya que él tenía otra novia y ella un novio, como no se quiso hacer responsable, le dio la responsabilidad a la otra persona.

En ese momento supe, porque el padre de Gerardo lo odiaba, no era su hijo biológico y era el recuerdo andante de la infidelidad de ella.

El que Gerardo fuera un Carranza afectaba mis planes, pero también a esa familia, porque eso significaba compartir lo que tanto habían estado guardando y cuidando con recelo, la fortuna y el secreto familiar, pero ¿ellos estarían dispuestos a hacerlo?

Era fin de semana y teníamos unos días feriados, por las festividades de independencia. Le gané a Enzo con la exposición, no supe si por merito propio o porque me dejó ganar, pero no me importaba, lo que sí, era que tendría más tiempo disponible para mis planes.

Estaba en la pizzería, platicando con Aarón, sobre la fiesta que había al día siguiente en el lago y la feria que se estaba terminando de instalar, que se inauguraría esa noche, por el grito de independencia que se hacía en la alcaldía del pueblo.

— ¿Irás a la feria esta noche?

—No lo sé, estoy algo cansada.

Y vaya que lo estaba, entre la escuela, el trabajo y mis planes contra los Carranza, estaba agotada.

—Debes de darte algo de tiempo libre. Vamos juntos, hace tiempo que no hacemos algo

Sonrió

—Si salimos temprano, podríamos ir.

—Eso se puede arreglar.

Se giró para ver a sus hermanos

—Chicos, ¿podemos cerrar temprano hoy?

Ellos se miraron y asintieron

—Nosotros, también queremos ir—comentó Axel

—Pueden unirse con nosotros, si quieren

Álvaro negó con la cabeza

—Iremos aparte

—Está bien, como quieran.

Sentí como mi celular comenzó a vibrar, vi que era una llamada de Enzo, pero la ignoré, ya que no me gustaba contestar llamadas cuando estaba trabajando, al menos que fuera de mi madre, porque si lo hacía, era porque realmente urgente.

Sonó el teléfono de la pizzería

—Hermanos Martínez, pizzería ¿en qué puedo ayudarle?

—Olivia, habla Enzo

—Hola Enzo, ¿gustas ordenar algo?

—No, hablo para invitarte a la feria está noche.

—Lo siento, pero no puedo. Ya quedé de ir con mis amigos, pero puedes unírtenos

Escuché como exhaló exasperado

—Está bien, pero quería salir a solas contigo.

—Podemos ir juntos a la fiesta de mañana

—No creo que pueda ir, tengo un compromiso.

—Bueno será otro día, por lo pronto nos vemos en la noche en la feria. Tengo que colgar. Hasta luego.

Perverso SecretoWhere stories live. Discover now