Capítulo Veintiséis

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"No hay mentira más perjudicial que la verdad disfrazada"

Manuel Tamayo y Baus

Tomé unos cuantos libros sobre artistas renacentistas, fui y me senté en la mesa del fondo. Salí temprano de mi clase, así que fui la primera en llegar. Decidí ir avanzando en el trabajo en lo que Enzo llegaba.

Pasaron cerca de unos veinte minutos, cuando lo vi llegar. Se acercó a mí.

—Lo siento, es tarde, lo sé, pero voy saliendo de mi clase.

—No te preocupes, ya adelanté el trabajo. Pasé a mi computadora información que nos puede ser de ayuda.

— ¿Puedo leer? —preguntó al sentarse a un lado de mí

Asentí y le pasé la computadora. Él se sentó cerca de mí.

—Bien, es buena información para comenzar—sonrió— ¿Qué libros has utilizado? —Vio en la mesa los cuatro libros que tenía—Esos son buenos, pero traeré unos cuantos más, con mayor información—se levantó y se fue a buscarlos.

Seguí escribiendo, a los minutos, lo vi llegar con otros tres libros más.

Se sentó a un lado de mí.

—Estos libros, nos van a servir más.

Se sentó frente a mí

Sacó su computadora de la mochila, la encendió

Tomó el primer libro, lo abrió y comenzó a escribir.

Estaba concentrada en el trabajo, pero sentí sus miradas todo el tiempo.

—Mira, esto es interesante—señaló un párrafo en el libro.

Se paró y se sentó a un lado de mí.

—Dice que Miguel Ángel, realizó cientos de sonetos sobre diversos temas, pero muchos no fueron publicados.

Señaló otro.

—También dice que trabajó hasta días antes de morir.

—Sin duda, amaba lo que hacía.

Me miró.

Sonrió.

Se levantó y se fue a sentar a su lugar, continuó buscando más información.

Sacamos toda la necesaria para el trabajo.

—Creo que tenemos suficiente, mañana ponemos en orden la presentación.

—Me parece perfecto—cerró su laptop.

Me levanté a dejar los libros en el carrito, para que los acomodaran después.

Aproveché que estaba en la biblioteca para buscar un libro. Tenía pendiente un ensayo sobre las etapas del desarrollo humano.

—Entonces, nos vemos mañana—terminó de guardar sus cosas— ¿ya te vas?

Negué con la cabeza

—Necesito buscar un libro sobre las etapas del desarrollo humano.

—Bien, esta era mi última clase, así que te ayudo a buscarlo.

—Gracias—sonreí

Fui a la sección de psicología.

Comencé a buscar entre los estantes algún título que me pudiera ayudar en mi trabajo.

—Este tiene como título El desarrollo humano, supongo que te sirve—me extendió el libro.

Lo tomé

Lo abrí y vi en el índice temas que sí me servían para mi trabajo.

Agarré otro con un título similar y me los llevé a la mesa.

Vi la hora en mi celular, no alcanzaría a terminar el trabajo ahí, así que fui con la bibliotecaria para que me anotara los datos y podérmelos llevar para hacerlo en casa.

Escribió unas cosas en la computadora, me pidió mi credencial de la biblioteca, selló una hoja que venía en el libro y la volvió introducir en él.

—Tienes dos días para regresarlo

—Está bien. Gracias.

Los tomé y fui a meterlos a la mochila.

Guardé todas las cosas que tenía en la mesa, mi laptop, los libros y Enzo me pasó la carpeta.

—Gracias.

Estábamos tan cerca, él se acercó aún más. Miró fijamente mis labios y di el primer paso. Lo besé, sentí sus tibios y suaves labios, los cuales sabían perfectamente lo que estaban haciendo. Con sus manos me acercó, pude sentir los latidos agitados de su corazón, coloqué mis manos alrededor de su cuello.

Pero al darme cuenta de lo que estaba ocurriendo lo aparté

—Lo siento, esto no debió ocurrir.

—No te disculpes por algo que sólo sentiste. Era algo inevitable que tenía que pasar. No puedes negar que tenemos cierta química.

En realidad él y yo no teníamos química, sentía más química con Aarón, que con él.

—Me tengo que ir—me colgué la mochila y salí casi corriendo de la biblioteca.

Él fue detrás de mí

Me gritó, pero lo ignoré.

Corrí y no me detuve.

Estaba agradecida de que él no hubiera ido detrás de mí cuando comencé a correr, porque no hubiera sabido cómo responder todas las preguntas que me hubiera hecho.

El besarme con Enzo formaba parte del plan y salir de esa manera también, porque él tenía que pensar que esto había sido accidentalmente, pero en realidad era algo premeditado. Tenía que pensar que era todo lo que a él le atraía de una mujer, cuando en realidad era todo lo contrario.

En la salida de la universidad me encontré con Aarón. Quien tocó el claxon de su motocicleta

—Foránea—me gritó— ¿Ya vas de regreso al pueblo?

—Sí—respondí

—Súbete, te llevo, yo también voy de regreso.

Me subí y me agarré fuertemente de la cintura.

— ¿Por qué traes la moto? Se supone que la dejas para que la use Axel para dejar las pizzas.

—Por desagracia, hoy no.

— ¿Qué pasó?

—Me quedé dormido y necesitaba llegar rápido, así que me la traje sin decirles. Ya sabrás como reaccionaron cuando se dieron cuenta.

—Y ni hablar de lo que te espera cuando llegues.

—Lo sé. La tercera guerra mundial—rió

—Entonces no les diré que mañana ocupo salir temprano.

—Es un mal día para eso.

—Pero se los compensaré, puedo trabajar hoy y el lunes, para equilibrar eso.

—Habla con ellos, tal vez no te lo nieguen. Les agradas, pero no lo supiste por mí.

— ¿Ya me adoptaron los hermanos Martínez Enciso? —sonreí victoriosa

—No alardees, Foránea. No es para tanto. Te los ganaste con las fotos que les regalaste para el local.

—Es bueno saberlo.

Todo el camino sentí como vibró mi celular, seguramente eran mensajes de Enzo. Si era él, mi plan había funcionado. 

Perverso SecretoWhere stories live. Discover now