Capítulo tres

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"Las mentiras más crueles se dicen a menudo en silencio".

Robert Louis Stevenson.



—Livi, despierta, tenemos que irnosdijo una dulce y tierna voz de niña

— ¿A dónde? —pregunté medio dormida

—No hables, nos pueden descubrir

— ¿Quién?

Me tapó la boca con la mano

—No digas nada y escóndete en el armario conmigo.

— ¿Livi?, ¿Olivia? —Esa tierna voz su cambiando a una más grave, hasta convertirse en la de mi madre.

Desperté de golpe. Mi madre estaba moviéndome para que me despertara.

— ¿Qué hora es? —pregunté semidormida

—Son las 7:30

— ¿Por qué me levantas tan temprano? —coloqué una almohada sobre mi cabeza

—Quería decirte que ya me voy a trabajar—me quitó la almohada —Sabes qué hacer si pasa algo.

—No te preocupes, vete sin cuidado.

—Nos vemos en la noche.

Besó mi frente.

Ella salió de la habitación y yo volví a dormir.

Era lunes inicio de semana, mi madre comenzaba su nuevo empleo y yo estaba atada a la casa por el verano. Antes de venir me aconsejó que buscara algunas actividades recreativas, algún curso o empleo de verano. Así que para no estar de ociosa, me inscribiría en alguno.

Dieron las nueve de la mañana. Me levanté, bajé a desayunar. Me hice unos huevos revueltos, pan tostado y jugo de naranja. Estaba acostumbrada a estar sola, la mayoría del tiempo, así que lo disfrutaba.

Encendí la televisión. Estaban las noticias.

"En la madrugada de día de hoy, se encontró un cuerpo, aún sin identificar. Las autoridades encargadas del caso están a la espera de la necropsia para saber las causas de muerte. No quieren dar declaraciones al respecto, así que esperaremos más noticias acerca del caso".

Entonces entendí cual era la premura de mi madre al salir tan temprano en la mañana.

Cambié de canal, no quería ver ese tipo de noticias y comencé a ver un programa matutino de revista.

Terminé de desayunar, lavé los platos y subí a bañarme.

Estaba sentada en mi cama, maquillándome para salir al centro comunitario a buscar algún curso. Estaba terminando cuando escuché unos leves golpes en mi ventana, lo cual me pareció extraño, ya que estaba en un segundo piso. Me paré, me fijé de manera discreta y vi a Aarón al pie del balcón, sostenía unas cuantas piedras en su mano derecha. Abrí la ventana y salí.

— ¿Qué haces?

— ¿Puedes bajar?

— ¿Es urgente?

Asintió

Entré de nuevo, cerré la ventana. Tomé mis lentes de sol, mi celular, dinero y bajé. Él ya estaba esperándome en la puerta.

— ¿Qué haces aquí? —le pregunté—voy de salida.

—Lo sé

— ¿Cómo que lo sabes? —pregunté confundida—¿Me estás espiando?

Perverso SecretoWhere stories live. Discover now