𝒩𝓊𝑒𝓋𝑒

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ℭ𝔯𝔲𝔢𝔩 𝔴𝔦𝔫𝔱𝔢𝔯

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Omnisciente

TODOS CAMINABAN TRAS EL CARRUAJE QUE LLEVABA EL ATAÚD CON EL CUERPO DEL PADRE DE GILBERT. Cuando llegaron al cementerio, el ministro se posicionó a un lado de la tumba.

Iré a hablar con el —le avisó Louis a su nieta, viendo al padre de Gilbert, que miraba con melancolía a su hijo—. Tal vez pueda ayudarlo.

Beth asintió. Ellos dos no eran los únicos espíritus que estaban ahí. Todos los espíritus de aquellos que estaban enterrados, estaban parados a un lado de sus respectivas lápidas.

Tantas personas. Personas qué tal vez todavía tenían ganas de más. Que a pesar de estar muertos, sonreían, reían, amaban a su familia y amigos.

Por eso Beth odiaba los cementerios y los funerales. La deprimía aún más que al resto. Ver a todos aquellos espíritus, que alguna vez tuvieron un corazón latente, que alguna vez rieron a carcajadas con las personas que querían, recibir a un miembro más de su familia con una mezcla de tristeza, por lo que aquella persona (en este caso el señor Blythe) dejaba atrás (en este caso Gilbert), y felicidad, por volverse a reencontrar, no era fácil.

—Que vuestro corazón no se turbe. Aquel que cree en Dios también cree en mi. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones. Si no fuera así, se los diría. Debo preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo... para que donde yo estoy, estéis también vosotros.

Todos comenzaron a caminar hacia la casa. Beth se detuvo unos segundos, y vio como Gilbert se sentaba en una banca enfrente de la tumba de su padre y como su abuelo y John conversaban. Los otros espíritus, ya no estaban.

—¿Está ahí? —le preguntó Emma.

Beth asintió.

—Está hablando con el abuelo.

Emma asintió levemente.

—Vamos, Beth —le dijo, mientras la abrazaba por los hombros—. Necesita estar solo.

Las dos se dirigieron a la casa.

Todos expresaban con pesar algunas de sus memorias con el hombre o comentaban lo lamentable de la noticia. Beth estaba parada en un rincón junto a Klaus. Tenía su cabeza recargada en el hombro de su hermano y Klaus recargaba su cabeza en la de su hermana. Beth miraba como Ruby lloraba mientras era consolada por Diana, cuando por el rabillo del ojo vio algo. Se incorporo, por lo que su hermano la vio extrañado. Sigilosamente, la chica salió de la sala y se fue a un lugar alejado.

ℰ𝓁𝒾𝓏𝒶𝒷𝑒𝓉𝒽//𝒢𝒾𝓁𝒷𝑒𝓇𝓉 ℬ𝓁𝓎𝓉𝒽𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora