Gilbert Blythe y Elizabeth Black, eran totalmente diferentes. Él sonreía, y ella hacía muecas. Él era amado por casi todos, ella era temida por casi todos.
Beth era muchas cosas, a decir verdad. Era bonita, inteligente, talentosa, algo rara, seria...
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Omnisciente
TODOS ESTABAN EN LA ESCUELA. Gilbert se encontraba hablando con el señor Phillips.
—Tengo una sólida ética de trabajo, señor, y elegí mi vocación—no recibió respuesta—. La escuela de medicina. Se que es para mi.
—Fascinante —dijo el profesor, sin interés alguno
—Esperaba que me ofreciera ayuda fuera de clase —insistió Gilbert—. Para poder ponerme al día y compensar el tiempo que falté —el señor Phillips se distrajo viendo a Prissy, por lo que Gilbert volteó, percatándose de aquel detalle—. Sería una oportunidad para callar a los que piensan que no le gusta la enseñanza. Solo le pido un poco de su tiempo, señor
—¿Eso es todo? —dijo—. ¿Mi tiempo? ¿Tu padre debería regalar sus cultivos porque alguien los quiere? ¿Porque siente que los merece? No debería, el tiempo es dinero, señor Blythe
El hombre se sentó en su escritorio.
—Mi padre está muerto, señor —le dijo Gilbert
Todos voltearon a verlo.
Beth, que estaba sentada con su hermano, compartió una mirada con este y después ambos fulminaron con la mirada al señor Phillips
—Beth, ¿podrías hacernos un favor a todos y espantarlo para que se largue? —le dijo el señor Blythe.
Louis asintió levemente.
—Tengo una solución mejor. Solo que esa llega a lo ilegal, si es que me entienden —les susurró.
—Si —dijo el maestro—. Bueno, la metáfora funciona igual.
Gilbert se dio la vuelta y se dirigió a su lugar. Como Beth estaba sentada en este, se levantó y se puso al otro costado de Klaus.
—Es un idiota —dijo Beth, cuando Gilbert se sentó—. ¿No se supone que para eso está aquí? ¿Para enseñar?
—Aprendemos más contigo —le dijo Klaus—. Corrígelo mas seguido.
—Lo haré —aseguró la chica.
Justo en ese momento, Diana se acercó y arrastró a la chica con ella.
—¿Donde estabas? Te esperamos —le dijo Beth, cuando se dirigieron con Anne.
—Papá se resfrió. Tampoco iremos a la fiesta de la tía Josephine —les comunicó Diana.
—¿Que? —dijo Anne—. Pero...
—Muy bien, mentecillas brillantes, abran sus libros.
Beth suspiró y se fue a su lugar.
—Sigamos donde habíamos quedamos.
—Ve a mi casa a las 4:00 —le susurró Klaus a Gilbert—. Tal vez en la biblioteca haya algún libro que te sirva.
