❇CAPÍTULO 20

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Estuvo sentado en el auto alrededor de una hora. Para cuando decidió volver a arrancarlo, el cielo estaba completamente oscuro y la luna se dibujaba redonda y brillante en lo alto.

Al llegar a casa, decidió no bajar del auto hasta estar dentro del garaje, pues la temperatura había descendido bastante y él solo traía una capa de ropa.

Lo que hizo después de salir del garaje fue mas o menos un borrón de imágenes. Sabe que saludó a sus padres, sabe que bebió agua y que acarició el pelo ensortijado de su perro. Fue consciente que saludó a su hermana, y esta le devolvió el saludo pasando una mano por su hombro. Luego subió las escaleras y se encerró en su habitación.

A partir de ese momento pudo volver a respirar. Grandes bocanadas de aire entraban por su boca, pero no parecían ser suficientes. Así que desabrochó su camisa y la lanzó a algún rincón junto a sus pantalones, y se enredó en las sabanas de su cama. Levantó un poco el montón de almohadas que adornaban la cabezera y buscó a tientas la cobija que usaba para momentos así. Momentos donde se sentía ahogado por completo en su propia basura, y solo el recuerdo del aquel olor podía calmarlo.

Porque ya no olía a nada, por dios. Aquel pedazo de tela que había usado Jimin para cubrirse hace mas de un mes, y que en ese entonces había olido como él, ya no tenía ni una nota del olor del omega. Pero solo el recuerdo parecía calmar a Yoongi, solo pensar que aquella tela había rodeado a Jimin lo zambullía en aguas tranquilas. Y él quería quedarse así. 

Él quería quedarse tranquilo hasta que todo pasara, hasta que las cosas tomaran su curso y él se viera obligado a cumplir sus promesas de mantenerse lejos.

Pero esa noche no estaba prevista.

No se suponía que su alfa comenzara a retorcerse de aquella forma, que su pecho comenzara a quemar, pese al frío que había. Su piel parecía prenderse en llamas, y tuvo que levantarse de la cama cuando el roce delicado de la sábana se hizo insoportable. De un segundo a otro todo se encendió en él.

Caliente.

Caliente

Abrazador.

Él no tenía idea de lo que sucedía, pero su alfa sí. Su alfa sabía que cerca de allí estaba comenzando algo, y que él era necesario. Él tenía que salir de allí, tenía que estar con el otro, no podía, ni quería, perder un minuto.

Si tan solo Yoongi entendiera algo de lo que sucedía. Pero su lobo solo gruñía y arañaba su interior intentando salir, intentando que Yoongi se moviera.

Yoongi se pegó de espaldas a la pared, tratando en vano regular su respiración, estabilizarse. Pero un latigazo caliente y eléctrico golpeó su columna haciéndole caer al suelo. Sus pupilas se dilataron, su colmillos picaban por enterarse y no soltar, dios, ¿qué le pasaba?

No era su celo, faltaba para eso. Además, su celo nunca era así, nunca logró convertirlo en aquel manojo de gruñido y jadeos en el suelo. Él era un alfa, por el amor de dios, él podría controlarse.

Apretó los puños contra el suelo, y tensó los músculos tratando de ponerse de pie. Pero otro fuerte latigazo lo obligó a caer de nuevo, acumulando calor en su pelvis y haciéndolo jadear de frustración. Su sangre parecía correr hacia allí, dejando sus extremidades flojas, y su boca abierta y suelta. Con lentitud, movió su brazo derecho hasta alcanzar su ropa interior y, joder, estaba tan duro que era doloroso. No había pasado demasiado tiempo, pero su polla estaba caliente, casi hirviendo, incluso por encima de su ropa interior. ¿Qué demonios le pasaba?

Entonces lo supo.

Escuchó un quejido, casi imperceptible, pero lo escuchó. Y no podía ser otra cosa. Era Jimin. Después de un mes sin llamarle, el omega de Jimin lo había llamado. Había sido muy bajo, pero estaba allí, estaba pidiendo por él, lo necesitaba y su alfa lo sabía.

Skin to Skin. ©YoonMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora