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Scott, 15 años. 

Patrullas buscando a un chico de quince años.

Padres enfurecidos.

El incidente en los periódicos.

El chico asustado.

Y una chica de catorce protegiéndolo.

El día era un desastre para ambos, pero por lo menos se tenían uno al otro.

Reachell llegó en silencio, se sentó a su lado y sin decirle nada, lo abrazó. Scott sollozaba sin poder evitarlo, se sentía demasiado asustado y culpable.

—P-perdón por siempre hacerte correr hacía mí. Nunca sé que h-hacer, soy muy débil, Reachell.

—En la cima del cielo se dice que hay nubes de azúcar, y en el fondo del mar se dice que los animales hablan. Pero yo no quiero nubes de azúcar ni tampoco escuchar a animales, sólo quiero abrazarte y hacerte sentir bien. Que sepas que el día no es tan malo si me tienes a mí, o que las malas noticias no te pueden destruir mientras yo sea tu escudo. Tu recuerdo permanecerá a mí y así te salvaré, e incluso si mi mente te olvida, mi corazón te recordará.

Lentamente Scott fue apagando sus sollozos y el cuerpo dejó de temblarle. Era un canción que Reachell siempre cantaba cuando eran pequeños, de algún lo tranquilizaba. No estaba seguro si era la letra o su voz serena y cálida.

—No te disculpes por pedirme ayuda, Scott. Me sentiría mal si no lo hicieras, me gusta la idea de que me necesites —dijo segundos después, riendo—. Porque si te soy sincera, sin ti, estaría sola.

—Gracias —respondió mirándola a los ojos—. También estaría solo sin ti, y quizás habría enloquecido.

—¿Y bien? ¿Ya puedes contarme qué pasó?

Scott hizo una mueca y se encogió de hombros, tímido. Comenzó a contarle todo desde lo que pasó con el examen, la discusión con su padre y la pelea. Explicó todo lo que sintió sin omitir ningún detalle, y cuando lo dijo, apartó la mirada, avergonzado.

—Sigues teniendo ese problema —dijo Reachell—. No puedo ayudarte, lo siento. Pero debes dejar de preocuparte tanto, en serio. No estás loco ni eres malo.

—No creo que sea normal sentirme así, Reachell. No es correcto. Los demás no parecen tener los mismos problemas que yo. Siento que soy el único, y me aterra.

Reachell rio.

—¿Normal? —bufó— ¿Quién lo define? ¿La ética? ¿La moral? ¿Un juez? ¿Cómo estás seguro que tú no eres el "normal" y los demás los "locos"? ¿Sólo porque son mayoría? No puedes leer mentes para saberlo, Scott. Y si estás loco, entonces eres de una mejor clase. Te torturas porque tienes demasiados sentimientos y sientes que te ahogas, pero...

—Y tú te torturas por la falta de ellos y te sientes vacía —interrumpió regalándole una tímida sonrisa—. Tampoco eres normal.

—¡Vaya! Vine aquí a hacerte sentir mejor y terminas reprochándome.

Scott rio.

—Ya estoy tranquilo, gracias. Aunque todavía tengo miedo.

—¿De tus padres? Te dije que yo me encargaría.

Negó.

—De mí mismo. Además sólo tienes catorce, no puedes hacer mucho contra dos adultos. Y la policía.

—Y tú tienes quince, no creo que me dejes sola. Seremos un veintinueve, es un buen número.

Se quedaron en silencio un rato, uno sentado a lado del otro. Scott sabía que ella podía con ellos, Reachell era única en su clase.

—¿Scott?

—¿Qué pasa?

Reachell lo miró y con un cálida sonrisa y la sinceridad en su mirada, dijo:

—Estaré a tu lado si caes al abismo. Si tanto te temes, no te dejaré solo. Caeré contigo.

—¿Incluso si me vuelvo un asesino psicópata?

Reachell rio.

—No lo serás. Ellos mienten fácilmente. Tú serás de una mejor clase, ¿no es así?

Silencio.

Scott levantó su dedo meñique y con una divertida sonrisa la miró.

—Si enloquezco, prometo ser el mejor loco.

—Y yo prometo estar ahí para ayudarte —respondió Reachell enganchando su meñique con el de él.





La policía pronto los encontró, como era de esperarse. Reachell había convencido a Scott de caminar un poco para relajarse, ya que estaba segura que Robert, por esta vez no le tocaría ni un pelo a Scott.

Los oficiales no iban solos, sino que también estaban los padres del chico.

Reachell se dio cuenta de la mirada de pánico que tenía Scott, cómo el temor iba creciendo y parecía que fuera a llorar de nuevo.

En cuanto se bajó del auto, Vanessa corrió hacia su hijo y lo sujetó de los hombros.

—Oh, mi Scott. Hijo, ¿pero qué pasó? ¿Qué hiciste? ¿Estás bien? —Su madre lo miraba preocupada. Realmente preocupada. Mientras tanto, Robert permanecía en el auto observando la escena una mirada llena de ira.

—E-estoy bien mamá —respondió con un ligero temblor—. Lo siento.

—Tranquilo, tu padre y yo arreglaremos esto.

—¿Iré a la cárcel?

—¿Qué? No, Scott. Tranquilo. Los oficiales te llevarán a la estación, ¿de acuerdo? Nos veremos ahí.

Scott asintió sin muchos ánimos y le dedicó un asentimiento a Reachell para agradecerle. La chica le sonrió. Uno de los oficiales le dio un par de palmadas fratenarles mientras le comentaba sobre algo, luego subieron al auto.

Scott tenía miedo de su padre y de lo que le esperaba después. No entendía cómo es que Reachell estaba segura que no le haría nada. Quizás había cambiado de opinión al ver la mirada llena de furia que le lanzó. Porque sí, estaba enojado, no preocupado. No iba a ayudarlo, iba a corregirlo.




Vamos, sin lástima. Nada de "pobre chico, después de ser secuestrado y volver con la única persona que lo podía ayudar, ella lo había olvidado". Ahora mismo me estoy riendo de esta tontería. De hecho, qué bueno que pasó, así me hice más fuerte y fue mi turno de proteger a Reachell. Además éramos unos niños, esas promesas no cuentan.

... Bien, bien. Prometí ser honesto aquí. Perdón, no soy bueno poniéndome serio (risa).

Me dolió que Reachell ni siquiera recordara quien era, ¿de acuerdo? Porque después de huir y llegar a Canadá con Dean, yo ya había enloquecido.

Y Reachell no estaba ahí para ayudarme. No lo estaría en bastante tiempo porque cuando despertara ni siquiera se acordaría de esto.

No quiero nada de "oh, que triste lo que le pasó". Lo detesto. Me sentiré más cómodo si te ríes conmigo, lo digiero más fácil.



Sé que es corto, demasiado, pero quería hacerlo significativo. Ya  saben, un poco de que tan unidos eran Reachell y Scott. Gracias por seguir leyendo :)

Scott [Precuela de Adam]Where stories live. Discover now