~16~

5.1K 1.2K 536
                                    

*ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO PUEDE RESULTAR UN POCO FUERTE PARA ALGUNAS PERSONAS. LEER BAJO SU PROPIO RIESGO. INCLUYE ESCENAS DE ABUSO A UN MENOR. (No incluí ningún dato que necesite continuación, por lo que se pueden saltar este capítulo si les parece que no pueden leerlo).*

Scott, 16 años.

La última vez que preguntó por la fecha, era febrero. Desde entonces prefirió no saber más en qué día se encontraba. Le frustraba sacar las cuentas de los meses que había estado atrapado.

Después de aquella horrorosa tortura, Scott tuvo que ser atendido por un médico durante un tiempo.

Lo que estaba viviendo le parecía una broma. ¿Lo lastiman y luego lo curan? ¿Porqué romper algo que necesitas si al arreglarlo no quedará igual? No lo entendía.

Estaba recostado en la cama mirando al techo. Hacía un par de semanas que dejaron de amarrarlo, y con esa libertad Scott no corrió el arriesgo de cometer una tontería. Los recuerdos de lo que le hicieron seguían amenazándolo. No quería repetir nada de eso.

De pronto, alguien tocó la puerta. Scott desvió la mirada hacia la entrada, consternado. Nadie nunca tocaba la puerta.

—¿Qué es esa expresión de miedo, Scott Bernard? —Preguntó aquel hombre, Theo creyó recordar, sonriendo.

Era la persona que con más respeto lo había tratado que por eso mismo sentía aún más miedo. Él pensaba, era metódico, observaba y mantenía la calma en su voz. No se precipitaba a lo que quería, esperaba el mejor momento. Y Scott sabía que él era a quien quería, pero aún no sabía porqué esperar hasta ahora para verlo.

Él no era como Gabe: impulsivo, arrebatado y sin orden. Theo sabía perfectamente cómo intimidar y cómo hacer que lo obedecieran sin recurrir a los insultos o al daño físico. Usaba sólo las palabras y una inquietante mirada que a Scott le daba escalofríos.

Cerró la puerta tras de sí y dejó su saco colgado en una silla.

—Tranquilo, no hay nadie. Gabe no te atormentará más. Me disculpo por lo que hizo, pero tampoco estabas cooperando mucho, ¿sabes? Farres debió ser más claro cuando dijo que eras... Difícil.

Por dentro, Scott rio. Qué forma más bella de decir que estaba loco y era anormal.

—¿No piensas hablar? —Miró el reloj de su muñeca—. Está oscureciendo, tenemos treinta minutos para conocernos.

No, a él no le interesaba conocerlo. ¿Cómo podía pensar que mantendría una conversación natural cuando lo habían lastimado tan cruelmente? A pesar de su molestia y miedo, Scott permaneció en silencio, cabizbajo.

—Bien, supongo que Gabe no hizo un buen trabajo contigo. ¿Debería regresar más tarde?

Scott de inmediato se sentó en la cama y levantó la mirada. Tampoco quería más castigos por hacer nada.

—P-perdón —musitó—. S-sólo estoy sorprendido. No sé q-qué hago aquí.

Theo sonrió.

—No hay de qué asustarse. No soy como Gabe.

Eso es lo que temo. No sé qué esperar de ti, pensó.

—¿E-entonces?

—Cuando dije "hablar" no me refería a este tipo de conversación. Quiero saber más de ti. Dime, ¿qué te gusta?

—¿Gustarme?

Que la pregunta fuera tan simple no le agradó.

—No t-tengo nada que me guste —continuó—. Lo siento.

Theo pareció sorprendido.

—¿Nada? ¿Ni comida, música, libros?

Scott se encogió de hombros, apenado. No había mentido, realmente no había algo que él amara, él sólo hacía las cosas que le pedían y escuchaba lo que le decían. No había espacio para sus propios gustos.

—Interesante —dijo. Theo avanzó hacia la cama sentándose muy cerca de él—. Tampoco tengo nada que me guste. No hay muchas personas así, ¿verdad?

—Es noche —avisó en un susurro observando el tragaluz del techo. En ese pequeño cuadro notó que ya no había sol, además de que Theo apenas y era visible. El foco del techo, al que Theo le configuró la intensidad de la luz cuando entró, era lo único que iluminaba lo suficiente para notar su silueta.

—Me agrada, señor Bernard.

Scott no dijo nada, y no porque no supiera qué decir, sino porque no pudo hablar. Su mirada de malicia, la voz melodiosa y la postura intimidadora, lo paralizó. Algo iba a pasar, estaba seguro. Pero no podía imaginar qué.

Entonces, la mano de Theo se deslizó lentamente por su pierna. Scott se sobresaltó y el corazón comenzó a latirse de prisa. Su mente estaba bloqueada, no podía hablar ni moverse.

No, pensó, no quiero esto. Por favor, no. No más castigos...

De todas las cosas, ¿esto es lo que iba a pasarle? ¿De verdad el mundo podía ser tan cruel para que le hicieran esto? ¿Por cuánto tiempo más sería castigado de esta manera? Ya no lo soportaba, sentía que ya había tenido suficiente. ¿Era la vida tratando de borrar sus malos pensamientos, de hacerlo normal? Si era así, quería que se detuviera, que mejor lo matara.

Esa mano tocó más que solo su piel. Tocó su alma, sus sentimientos y jaló con fuerza la cuerda que tenía amarrado al parásito. No era una caricia, estos son cálidas y amables, como las de su madre después de que su padre lo golpeara; la de Theo le dolía. Le daban ganas de llorar, de morir.

¿Era así como Emma había sufrido? Oh, Dios, esa chica que no le había hecho nada malo a nadie.

¿Por qué, por qué?

Le ardía el cuerpo, las ganas de llorar se intensificaron y el dolor por gritar que se detuviera aumentó. No le gustaba, lo odiaba.

Me vendieron, pensó cerrando los ojos, me vendieron como un objeto para usarse.

Scott no podía sentirse más miserable y deshecho. Con cada roce y caricia, sentía su piel desmoronarse, sentía hacerse pedazos y el pecho le dolía. Quizás no era una persona, no era un ser humano que mereciera algo bueno sino sólo un objeto a quien lo maldijeron con sentimientos.

Cerró los ojos, no quería verlo. Ni a él, ni la oscuridad ni esa horrible habitación. Y si pudiera, se habría matado ahí mismo.

Él pudo ser cruel y se sentía culpable de muchas cosas, pero hasta este momento se dio cuenta que no merecía un castigo así, le costaba aceptar que pudo haber sido tan malo como para merecerlo. ¿La vida lo odiaba y quería que sufriera? Si para esto vino el mundo, para ser usado, ¿cuál era el punto de haber existido? ¿Quién sería tan malvado para dejar que todo esto le pasara y lo disfrutara?

Scott ya no tenía salvación ni remedio. Esto había terminado por apagarlo, por destrozarlo. Perdió su inocencia y se odio por no haber imaginado algo así. Incluso la tibieza de sus lágrimas había desaparecido, ya no lo sentía mas que un líquido frío deslizarle. Ya no era bueno, ni malo. Era sólo Scott. Su esencia se esfumó, no había una risa en su mente, nada que lo confortara. Estaba solo y dañado.



(Tiembla y solloza abrazándose a sí mismo).

N-nunca lo dije en voz a-alta (se quiebra su voz).

(Sollozos).

...

(Termina).



Como escritora, admito que me dolió mucho escribir esta parte. Incluso dudé en hacerlo.

Pido disculpas por la tardanza, me surgieron algunas cosas. ¡Gracias por leer!

Scott [Precuela de Adam]Where stories live. Discover now