~14~

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Scott, 16 años.

Días, semanas, meses. No tenía idea del tiempo que había pasado pero sabía que era bastante, lo suficiente para que pensaran que estaba muerto. A este punto su sueño estaba trastornado. Dormía más de lo que debería para olvidarse dónde se encontraba y otras veces no dormía por la incómoda posición.

En todo ese tiempo no paró de pensar en Reachell, Leyla, sus padres y el funeral de Emma.

Scott permaneció encogido contra la pared sin levantar la mirada del suelo. Estaba más delgado de lo normal y el cabello le cubría la mitad de las orejas. Eso le hizo recordar al comentario de Simon, donde había considerado dejarlo crecer alguna vez.

Comenzaron a formársele pequeños rizos que caían desordenados sobre su frente. Nunca se había dado cuenta que su cabello era así, ya que siempre lo tuvo demasiado corto para notarlo.

Después de algunos días de soportar frío y haber tenido un fuerte resfriado, por fin se compadecieron de él y le llevaron ropa. Estaba usada, sucia y apestaba, pero Scott no pudo estar más agradecido.

Ahora el frío ya no era un problema (al menos no tan grave), sino que tampoco había comido bien. Se notaba que lo único que le daban eran las sobras, estaba siendo tratado como un animal.

Comenzó a dudar si realmente había sido tan estúpido o valiente por obtener este castigo. Seguía encerrado y en peores condiciones, lo único que le quedaba por aferrarse es que tarde o temprano saldría de ahí.

La puerta se abrió. Scott se sobresaltó.

¿Vendrían por él? ¿Lo castigarían más? ¿O a quién se llevarían?

—Levántate —demandó una voz gruesa cerca de su oído mientras le tomaba bruscamente del brazo.

Scott se levantó con pesar haciendo una mueca de dolor. Se encontraba débil y con un leve mareo. Sintió que el amarre en sus muñecas se aflojaban cuando estas cayeron a su costado por el peso.

Las miró.

La piel estaba desgarrada, ahí donde se había esforzado por librarse. Había mucha sangre y costras. Las movió un poco y eso fue suficiente para sentir el dolor.

Sin perder más tiempo lo empujaron a la salida. El hombre estaba explicándole algo pero no le prestaba atención. Su mente estaba perdida y sus pensamientos eran un desorden. Todo le parecía irreal, una pesadilla. ¿Qué debía hacer ahora? Si trataba de huir, lo matarían. Lo que no estaba tan mal, pero, ¿y si no? ¿Y sólo lo castigaban? Era un cobarde por pensar así, pero tenía miedo.

Además, había algo que lo estaba torturando por dentro.

¿Él era como ellos?

No quería aceptarlo, no quería compararse con estas personas tan crueles, pero había algo cierto: ambos gozaban del dolor de un inocente. Lo disfrutaban.

Podía trazar una línea de diferencia entre ellos y él si tan sólo pudiera sentirse culpable. Si tan solo fuera más humano. Aunque él nunca dañó a una persona inocente... ¿Eso lo hacía diferente?

No, tampoco eso.

Porque no importaba si lo había hecho no, a veces lo deseaba. Y eso no estaba bien. No era correcto.

Si estaba destinado a vivir todo el tiempo con esos pensamientos, entonces trataría controlarse. Si esto lo iba a enloquecer, se prepararía para no ser otro loco más del montón, tal y como se lo había prometido a Reachell.

Fuera de esa habitación el lugar estaba igual de descuidado y con poca iluminación. Tampoco vio ninguna ventana.

Farres apareció frente a él con su sonrisa burlona.

Scott [Precuela de Adam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora