~17~

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Scott, 17 años

Scott ya no era el mismo.

Las noches en las que aquel hombre cruel aparecía, Scott iba perdiendo un poco de él a cada instante. Los fragmentos de su mente se iban desprendiendo, ya no tenía miedo pero tampoco estaba en paz. Era como un cadáver andante. Sentía todo y a la vez nada. Dejó de hablar y sólo respondía cuando era necesario, ya no discutía ni peleaba. Si no fuera obligado también habría dejado de comer.

Había visto pocas veces a Theo ya que casi siempre se encontraba en alguno de sus viajes, pero hoy estaba ahí. Le puso muy poca atención cuando comenzó a hablar, a lo que recordaba se dirigían a una ciudad cercana. Se sorprendió por el hecho de que hasta el momento ni siquiera sabía dónde se encontraba, pero ya no tenía ese interés. De todos modos, ya estaba ahí.

Fingía estar dormido para evitar las pláticas incómodas y olvidarse un poco de que ese hombre estaba frente a él. No quería ni siquiera verlo, odiaba tenerlo cerca.

Sintió resentimiento de que esta gente lo tuviera tan controlado, tan... Intimidado que no les preocupaba que él estuviera en público, porque sabían que no haría nada. Cuánto deseaba demostrar que estaban equivocados pero era como si le hubiesen metido un chip en su cabeza que le dictara que era una pésima idea, que las cosas iban a empeorar si se atrevía a desafiarlos.

Entonces esa tranquilidad fue violentamente interrumpida cuando el cristal del conductor tronó. Scott se despertó dando un brinco, los demás estaban tan sorprendidos como él. Hubo otro tronido, luego uno más.

Les estaban disparando.

Theo estaban tan sorprendido como enfurecido que comenzó a hacer llamadas reclamando sobre quién era, que cómo los habían encontrado y que necesitaba más camionetas. Habían otros tres hombres en la camioneta a los que Theo les ordenó disparar, mientras que el conductor aceleraba y hacía lo posible por perderlos.

Scott nunca había estado en un tiroteo, pero si se era honesto no se molestaría si en ese momento un bala le diera en la cabeza.

—Agáchate —gruñó Theo mientras marcaba algunos números— Joder, son los Rojos. Definitivamente no se irán de aquí hasta verme muerto.

Scott lo ignoró y vio por la ventana. Justo en ese momento estaba cruzando por un pequeño pueblo. En todo el trayecto se había encontrado con algunas partes con pocas casas y locales, o totalmente desérticas.

—Desvíate por ahí —ordenó al conductor—. Si vas a la ciudad, tendremos más problemas.

Scott sólo echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras trataba de mantenerse en su asiento. La manera de manejar de ese hombre lo haría vomitar en cualquier momento.

Trató de ignorar los gritos, los balazos, las llantas chirriantes y la posibilidad de que lo mataran ahí mismo. Aunque esto último sería lo mejor que pudiera pasarle.

Se sorprendió de sí mismo de no estar asustado. Su otro yo lo estaría en definitiva. Aún no estaba seguro si estos nuevos sentimientos eran buenos. Desde lo que pasó con Theo todo en él había cambiado.


~~~~~*~~~~~


Dean, 16 años.

Había llegado a la ciudad hacía ya una semana, pero debido a los cursos académicos que estaba tomando casi no le había dado tiempo de turistear, hasta ahora. Había querido comprar unos suvenir y según lo que le contaron, los pueblos a las afueras de la ciudad tenían la clase de artesanías que tanto le gustaban. No buscaba algo demasiado elegante y elaborado como las decoraciones de la ciudad, quería algo más simple y artístico. Sólo esperaba que el viaje hasta acá no fuera en vano, ya que aún no tenía licencia de conducir. Pidió prestado el auto de sus tíos que se vieron obligados a aceptar, ya que tenían una deuda con ellos.

Scott [Precuela de Adam]Where stories live. Discover now