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Scott, 16 años.

—Te encanta esto, Scott. No sé por qué siempre te resistes —dijo Reachell entre carcajadas—. Además tu padre aún no sabe, ¿cierto?

Scott estaba riendo mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca.

—Sí, me gusta, pero siempre me da miedo meternos en problemas. ¿Qué dijo Leyla? ¿Te acusó?

—¿Bromeas? Leyla nunca acusaría a su hermanita. Se molestó, dice que soy demasiado impulsiva, que no pienso en las consecuencias... En fin, me dio el típico sermón de hermana mayor. Ah, y me pidió que la disculparas por no venir, tenía ensayo.

—Leyla tiene razón. Siempre estás buscando a quién molestar.

—Robert se lo merecía. Además es un simple auto con pintura, se las puede arreglar. Ojalá algún día te plantees frente a tu padre y seas tú el que esté sobre él.

Scott hizo una mueca.

—No digas esas cosas.

—¿Por qué no? Ese imbécil se lo merece. Eres un chico bueno, él debería estar orgulloso de ti.

—Lo está.

—¿Y por qué te golpea y te insulta tanto?

No respondió. En su lugar mantuvo su mirada fija en la cuchara de helado. Reachell soltó un suspiro de resignación. A veces no podía convencer del todo a su primo.

En parte ella lo entendía. Scott temía llegar a ese punto: su verdadero yo. No quería ser malo ni ser como su padre. Se esforzaba tanto en callar los pensamientos que todos los días lo consumían poco a poco, que escuchar que algún día se convertiría en eso, lo asustaba.

—Bien, no diré nada. ¿Qué ha pasado con la chica? ¿Te gusta?

Scott sintió su rostro enrojecer.

—¿Emma? No, es una amiga. Y no la he visto. No contesta mis mensajes, ni mis llamadas y tampoco ha ido a la escuela.

—¿Hace cuánto que la viste?

—Desde que hicimos lo de Robert. Y tampoco sé dónde vive para saber si está bien. Pero qué hay de ti, ¿eh? Ya me enteré.

Reachell frunció el ceño y cambió su expresión burlona a una más seria.

—¿De qué hablas?

—Archi Lecrerc.

Scott mostró una sonrisa maliciosa y soltó una carcajada cuando Reachell se sonrojó. Ella le lanzó una mirada fulminante.

—¿Te lo dijo Leyla?

—Hey, no la culpes. Recuerda que le mentiste y te escapaste para ir a llenar de pintura el auto de mi padre. Y no te acusó.

Reachell se dejó caer en el asiento soltando la cuchara bruscamente y mirando hacia el techo del local.

—¿Y qué sí me gusta? —espetó sin mirarlo.

—Tienes catorce, Reachell. Eres una niña.

Ella soltó un bufido.

—Te recuerdo que en una semana cumplo los quince. Podría conquistarlo, pero le gusta Leyla. Me di cuenta cuando la acompañé a uno de sus ensayos. Y siendo sincera, yo no soy una competencia para mi hermana. Ella es perfecta, cualquier chico la preferiría antes que a mí.

—Ese comentario no fue mi Reachell, ¿sabes? Ambas son geniales —dijo seriamente mirando a la chica a los ojos—. Y también diferentes, pero tu eres perfecta a tu estilo, Reachell. Leyla y yo admiramos tu valentía para enfrentarte a mi padre y a mi tío. Ambos siempre hacemos lo que nos dicen, pero tu no. A ti nadie te moldea, nadie te dice qué hacer o pensar. Tú tienes un coraje increíble, cualquier chico preferiría a un princesa que se salva a sí misma antes que  a una que espera que la salven.

Scott [Precuela de Adam]Where stories live. Discover now