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Scott, 16 años. 

Scott revisó su celular por enésima ves esperando ver algún mensaje de Emma.

Nada.

Eso comenzaba a inquietarlo, no sabía nada de ella desde hace días, poco más de una semana. Ni siquiera se había presentado en la escuela, no era propio de Emma. Preguntó a los profesores y dijeron que era raro y estaban preocupados, ya que ella era buena chica. Bastante inteligente y dedicada.

Entonces, ¿qué le había pasado? ¿Por qué lo evitaba? ¿A caso se enojó con él porque le dijo que se fuera a casa?

No, Emma no se enojaría por algo tan simple.

Scottie, hijo, ¿puedes traerme un vaso de agua? —Pidió una de las ancianas que estaban sentadas en la mesa.

—Mejor una jarra para todas —dijo la que estaba a su lado—. También tengo sed.

—Claro, no hay problema.

Scott sonrió amablemente y fue a la cocina. Se encontraba cerca del comedor, así que las escuchó hablar.

—¿No es un encanto? Ese Scottie debe tener varias chicas muriendo por él.

Alguien rio.

—Apuesto que sí. Es inteligente, guapo, amable, respetuoso... ¿Quién no estaría feliz de tenerlo? Nosotras tenemos suerte de que sea voluntario aquí.

—¿Ustedes no leen chismes? Dicen que el chico no está bien... Mentalmente.

—¡Elena! —Apremió la que habló primero— No debemos juzgarlo. Ese chico con nosotras es una maravilla, deberías dejar esos chismes.

Scott suspiró resignado y llevó la charola con seis vasos y una jarra de agua. Luego se retiró con una sonrisa.

Caminó un poco por los pasillos mientras sacaba el celular de bolso una y otra vez. Ayudaba un poco por aquí y otro por allá, pero no estaba del todo concentrado.

Ofrecerse como voluntario en los asilos había sido su idea, no de su padre. Aunque lo había hecho por él. Hubo un tiempo donde cometía demasiados errores y se metía en problemas, Robert estaba hartándose y cada día parecía más decepcionado y asqueado de él, así que empezó hacer de todo para enorgullecer a su padre. Lo único con el suficiente poder para hacerlo sentir pleno era que los medios hablaran bien de él, y eso se lograba llamando un poco la atención.

Fue la primera vez que su padre le sonrió y lo felicitó por su idea.

Se sintió feliz, de verdad. Pero una pequeña parte también se sintió triste, porque aún parecía que su padre lo estaba usando para que a él lo vieran bien.

Su padre una vez le dijo que eran como uno solo: "si tu haces algo bien, entonces yo también lo estoy haciendo bien". Y, bueno, a la gente le conmueve las buenas acciones así que se encargó que el mundo se enterara que su padre le había inculcado buenos valores y demás. Incluso las ventas subieron.

Pero al final del día, Scott no era nadie. A él no le aplaudían, le aplaudían a Robert. Él era un simple instrumento, un banquillo donde su padre se paraba para llegar más alto. Estaba bien. Es decir, eso lo enorgullecía, ¿verdad? Incluso lo había felicitado.

Me felicitó por dejarme usar.

Lo bueno de esto es que las personas de ahí lo apreciaban, algunas eran más amables que otras pero era un buen ambiente, un buen lugar para estar fuera de casa.

De pronto, su celular vibró. Se apresuró a contestar.

Era un mensaje de Emma.

"Perdona. ¿Estás ocupado?"

Scott [Precuela de Adam]Where stories live. Discover now