13.- Bunnyx

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1857.

13.- Bunnyx

Marinette no le había dado demasiadas directrices sobre cómo usar el prodigio, le había asegurado que Fluff se lo explicaría todo y que no tendría ningún problema. Sin embargo, el kwami brincaba inquieto y ansioso saltando de un punto al otro dando unas instrucciones que no tenían ni pies ni cabeza. Alix estaba a punto de sacar la cabeza por la ventana y chillar desesperada.

—Si te ha quedado alguna duda —pronunció el kwami orgulloso de su desastre de indicaciones—. En el prodigio hay un manual, lo puedes leer cuando te transformes.

—Genial, me ha quedado clarísimo todo.

¿Alguna duda? Lo único que tenía eran dudas. No iba a decírselo porque suponía que había hecho su mejor esfuerzo para explicárselo todo, pero habría agradecido ahorrarse la hora y media de caos oral.

Alix se transformó. Observó el paraguas que le servía de arma, lo toqueteó y maldijo, no sabía cómo demonios funcionaba ni dónde se suponía que estaba el estúpido manual de instrucciones, tal vez debería haberle preguntado a Fluff dónde buscar. Una sección del mango se desplegó respondiendo a su necesidad de localizar las instrucciones, supuso que aquello era lo que Marinette había bautizado como la conexión entre portador y prodigio.

Leyó con interés cada apartado, prestando atención a las advertencias por el mal uso del prodigio y en especial a la última:

Quedarse atrapado en la madriguera al término del tiempo máximo de transformación supone la muerte para el portador. El prodigio quedará desactivado durante mil años, los que tarda el kwami en regenerarse tras absorber a su portador.

—Por Dios, que mal rollo —protestó. Eso significaba que si se destransformaba en la madriguera, Fluff, de algún modo la devoraría y tendría que hacer una digestión muy larga y pesada—. Me aseguraré de que no pase, no quiero convertirme en comida para conejos mágicos.

»Tengo cinco minutos una vez abra la madriguera.

¿Qué podía hacer? Había muchas cosas que deseaba curiosear, otras que necesitaba saber y otras que prefería no saber. Se dio toquecitos con el dedo índice en la barbilla y tomó una decisión.

Lo primero que tenía que hacer era descubrir qué había pasado con Marinette, porqué estaba hecha un desastre, qué la había llevado a aquello.

—Allá vamos. Madriguera.

Nerviosa cruzó el portal encontrándose con un sinfín de agujeros flotando en una sala blanca e infinita. En cada agujero se desarrollaba una escena diferente, personas diferentes, tiempos diferentes, lugares diferentes, era vertiginoso. No sabía cómo podría ubicarse allí dentro.

—Tengo que localizar la ventana de Marinette. Pero ¿cómo? —Uno de aquellos agujeros con imágenes se movió hacia a ella. En él podía verse a Marinette ovillada en la cama con su kwami a su lado—. Vale ha sido fácil.

Recordó las instrucciones, arrastrando los dedos por la ventana de izquierda a derecha se avanzaba. Ella quería retroceder, el gesto tenía que ser el opuesto. Apoyó los dedos sobre la ventana y los arrastró de derecha a izquierda, la escena se rebobinó a la misma velocidad que marcaban sus dedos.

Vio a Marinette llorar, hablar con Chat Noir en su balcón, llorar, juguetear con la comida, de nuevo Chat Noir, más llanto. La entrega del prodigio, Juleka, más lágrimas... Los vio romper, aminoró la velocidad de rebobinado pendiente de cualquier cosa extraña que pudiera encontrar.

Sous le ciel de ParisWhere stories live. Discover now