22.- París

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 4211.

22.- París

Poner de nuevo los pies en París fue raro, aunque no tanto como ver a Jagged y Anarka hablando amistosamente en el vestíbulo del aeropuerto mientras le esperaban. Agarró con fuerza el asa de la funda del violín de Otik y avanzó hacia ellos temiendo una de aquellas reacciones exageradas de sobreprotección, sin embargo, se vio envuelto en un agradable abrazó a tres.

El coche de Jagged les dejó en el Liberty de madrugada y él les prometió estar allí puntual para el desayuno.

Luka se sintió extraño al regresar a su cuarto de la adolescencia, pero estaba tan cansado que se durmió en seguida. Le despertó el olor de las tortitas de arándanos recién preparadas que, junto con el helado, eran la cura para todo de su madre. Se vistió y lavó los dientes antes de salir de su cuarto.

Sentados a la mesa estaban sus padres y Penny, tomando café y tortitas como si fueran una gran familia feliz que hiciera aquello cada día.

—Buenos días, cariño —saludó Anarka llenándole la taza de café con leche—. Siéntate y come ahora que está todo caliente.

—Buenos días —musitó tomando asiento, Jagged y Penny le saludaron de vuelta—. Siento haberme levantado tan tarde, estaba cansado.

Jagged meneó la mano con gracia sobre el desayuno.

—Ella puede dormir doce horas seguidas si no se pone el despertador —soltó señalando a Penny que le dio un manotazo en el hombro—. No pidas perdón por eso.

—Descansar es importante —añadió Anarka.

—¿Dónde está Juls?

—En casa de Rose.

Era raro, porque Juleka siempre se aseguraba de estar ahí para recibirle de vuelta, lo que significaba que le había pedido que les dejase a solas para poder hablar de asunto de Cléa en privado.

—Le he pedido a Penny que venga para que nos dé algunos consejos —musitó Jagged decidido a abordar el asunto lo antes posible—. Ni Anaïs ni yo sabemos de leyes, así que aparte de gritar y comportarnos como dos idiotas inmaduros no vamos a ser muy útiles. Ella sí, y puedes preguntarle lo que necesites saber para...

—No voy a denunciar a Cléa, ya te lo dije por teléfono.

—Cariño, no puedes fingir que no ha pasado nada —intervino Anarka.

—La han expulsado, no podrá graduarse, tocar en una orquesta ni ejercer como profesora de música. Ya la han castigado por lo que ha hecho. Ahora mismo ya tiene suficientes problemas.

—Todo eso está muy bien —replicó Jagged, inspiró hondo, no quería volver a sentirse lo suficientemente frustrado como para que Hawk Moth se apoderase de él—. Tiene que haber repercusiones por tu parte.

—Repercusiones —repitió soltando un bufido.

Anarka tomó una de sus manos y la sostuvo entre las suyas con fuerza.

—Tu padre y yo estamos de acuerdo en esto. Este asunto no puede quedarse así.

—¿Y qué hago? ¿La empujo por las escaleras?

—Aunque esa idea me gusta —pronunció Jagged manteniéndose serio—, soy un adulto y soy tu padre. Así que me toca ser civilizado y maduro y recomendarte denunciar.

—Deja ya de hacer de padre, no se te da bien.

—Luka...

—Necesito tomar el aire —soltó poniéndose en pie.

Sous le ciel de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora