21.- Pedazos

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1730.

21.- Pedazos

La profesora Marchal y el director estaban sentados frente a él, no le intimidaba la situación, pero sí que le molestaban aquellas miradas preocupadas. Le había pedido a Marco que no dijera nada sobre lo ocurrido con Cléa, pero al parecer alguien la había denunciado.

—Entienda que lo que ha ocurrido es muy grave —declaró el director que alargó la mano como si quisiera darle unas palmaditas en el brazo, pero la retiró antes de llegar a rozarle—. Es una actitud intolerable.

Lo sabía. Lo sabía perfectamente, pero sólo quería que le dejasen pasar página y continuar adelante con su vida. Cada vez que sentía que los pedazos de su vida empezaban a recomponerse aparecía un nuevo desastre.

—Debería plantearse presentar una denuncia y...

—No voy a hacerlo —interrumpió al director e inspiró hondo—. No ha pasado nada y ya está, olvidémoslo.

—Luka entiendo que es duro —musitó la profesora Marchal—, Cléa y tú os conocéis desde niños, erais buenos amigos, pero, aunque no haya llegado a pasar nada, piensa en lo que podría haber ocurrido.

—La señora Marchal y yo estamos de acuerdo en que necesita un pequeño descanso, señor Couffaine —continuó el director tratando de sonar suave y conciliador—. Esto no es un castigo, no queremos que se lo tome como tal, pero tiene un vuelo a París reservado para el domingo por la noche después del concierto.

—No es justo. ¿Cléa se comporta como una cretina y es a mi a quien deciden castigar?

—No es un castigo, Luka, sólo un breve descanso.

El director se puso en pie, reprimió las ganas de levantarse también y gritarle.

—Una semana para que pueda poner en orden sus ideas y asimilar lo que ha ocurrido, tomar las decisiones que necesite tomar. Como ya le he dicho no es un castigo, sólo perderá tres conciertos y los recuperará en la segunda convocatoria.

»Es un músico extraordinario y no necesita que yo se lo diga. Su plaza está más que asegurada, usted regresará dentro de una semana, la señorita Vien no lo hará. Ha sido expulsada de manera irrevocable.

Expulsada. Sintió lástima por ella, sus padres iban a matarla por convertirse en persona non-grata en el mundo de la música.

—Deberías llamar a tus padres, Luka —sugirió la señora Marchal—. Necesitarás su apoyo.

A Jagged le daría un ataque cuando se enterase.

º º º

La atronadora alarma del móvil sonó despertándola. Desubicada palmeó a su alrededor en busca del dichoso teléfono, pero no lo encontró. Se irguió. Se había dormido en el diván poco después de la marcha de Juleka, no sabría decir si es que le había vencido el agotamiento o si hablar con ella la había ayudado de verdad. El teléfono siguió chillando, olvidado en algún lugar, reclamando su atención. Se levantó y al ponerse en pie la cabeza le dio vueltas, pero se mantuvo en pie.

—¿Tikki?

—Estoy aquí —declaró atravesando la trampilla que llevaba al balcón.

—¿Sabes dónde está mi teléfono?

No contestó, se abalanzó sobre la cama para recuperar el aparato que sonaba sin parar y se lo ofreció. Marinette se limitó a verificar lo que ya sospechaba por el sonido: una alerta akuma. La última vez había sido un desastre, se había empujado a sí misma a la trampa para convertirse en un lastre. No sabía si estaba preparada para volver a enfrentarse a un akuma, ni si esta vez sería capaz de concentrarse, pero era su deber. Desbloqueó la pantalla ignorando el leve temblor de su dedo y se topó con un viejo conocido sembrando el caos.

Sous le ciel de ParisWhere stories live. Discover now