Capítulo 20

30 4 0
                                    

–Kevin.–Solté su nombre con asombro.

Levantó sus pantalones hacía las rodillas tal cómo lo hice, y se sentó un poco alejado de mí, ni tanto más bien, luego introdujo sus pies al agua, dejando sus zapatos aún lado de él.

Un silencio nos invadió ni el ni yo dijimos nada, pude notar por mi rabillo que él disfrutaba de la vista cómo yo lo hacía anteriormente, sólo que ahora no podía concentrarme.

Era cómo si fueran pasado muchos años desde la última vez que lo tuve tan cerca. Aunque pasaron casi dos meses para mí fueron muchísimos años.

Mordía mis labios de la ansiedad que me generaba éste silencio.

–Sí sigues mordiéndote los labios te los romperás.–Dijo.

Alcé mi vista al escucharlo hablar, el sol reflejo en su cara y el color de sus ojos resplandecieron, esos ojos qué siempre amé... Diciéndome qué estaban acá, que mi paz había vuelto.

Dejé mis labios tranquilos porque aunque pasaron bastante días, él seguía conociéndome.

Y eso me hacía feliz.

–Lo siento tanto.–Hablé.

–No, perdóname tú a mí,  fui un completo idiota, te abandoné sin siquiera escucharte...

–Tampoco intenté hablar.–Le interrumpí.

Él asintió.

–De igual forma nunca debí abandonarte, se suponía que debía estar contigo en cualquier circunstancia, pero yo... Yo te abandoné y además te traté mal las pocas veces que estuvimos juntos. Tú nunca me has abandonado en mis peores momentos, soy un asco de amigo para ti Julieta.

Corté el pequeño espacio que nos separaba.

–Me has cuidado por casi toda mi asquerosa existencia Kevin.– Sonrío. –Nadie es perfecto en el mundo.

–Me segó la decepción y la furia.

–Lo sé.

–Pensé que jamás volveríamos estar los dos juntos acá.

Dejé caer mi cabeza sobre su hombro.

–Estaremos siempre juntos, y si es posible, me encargaré de que nos entierren juntos. ¡Los gusanos gozaron doble!, nos comerán a los dos juntos ¿no te parece perfecto?– Pregunté.

–Y si... ¿Me muero primero que tú?

Me separe de él

–No podré sobrevivir a éste asqueroso mundo sin ti, idiota.–Aseguré.

–¡Por Dios Julieta! Pudiste hacerlo dos meses sin mi, ¿quién dice que no podrás hacerlo toda una vida entera?

¿Podría hacerlo?

–Cállate Kevin, dices puras babosadas,  estúpido.– Le pegué su brazo.

–Si claro ¿quién empezó?–Me devolvió él golpe.– Para que dejes de hablar babosadas.

–¡Idiota! ¡Golpeas fuerte!.–Sobé mi brazo.–¿No ves que soy una bebé?

Hice un pequeño puchero y el sonrío.

‐Si ajá, ven acá mocosa del mal.

Me arrastró hacía él, abrazandome por la cintura y besando mi cabeza.

–Jamás dejaré que nada nos separe de nuevo. Te amo mocosa.

–Y yo a ti idiota.

Al menos parte de mi felicidad había vuelto.

Julieta,  La Chica SuicidaWhere stories live. Discover now