Capítulo 23

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Siempre era costumbre despedir el verano con una buena fiesta, eso pensábamos Michell y yo, aunque no era el último fin de semana del verano, daba igual.

La próxima semana iría con mamá y Mathias a la casa de la abuela, por eso siempre iba de fiesta una semana antes. Para así despedir bien el verano.

En los últimos años sólo éramos nosotras, pero hoy íbamos a ser tres, con Kevin.

La fiesta sería un poco lejos de casa así que decidimos que ellos vendrían por mi. Por que Dios me hizo rubia pero no rica.

Me quedé de pie esperándolos a una cuadra de mi casa para no tener la molestia de encontrarnos a papá.

Varios carros me soltaron algunos silbidos mientras los espero, no se sí por la vestimenta, o por el hecho de estar parada en una esquina, sola y de noche.

¿Acaso pensarán que soy una puta?

Saqué mi celular con rapidez para llamar a los tarados de mis amigos y que muevan sus asquerosos traseros.

Un pitido.

Dos pitidos.

Tres pitidos.

Cuatro pitidos.

¡Hijos de su...!

¡Hola Julii!.–Respondió Michell.

¿Se puede saber en donde demonios están ?

Uy Juli está molesta , espera un momento y te coloco en altavoz.–Al fondo escuché la risa de Kevin.– ¡Julieta! Amiga mía ¿como éstas?

Kevin.–Respondí con frustración.–¿Pueden apurar sus asquerosos traseros? 

Con que andamos de mal humor ¿eh?

¡Kevin mueve tú puto culo! los hombres piensan que soy una prostituta por culpa de ustedes ¡imbécil!

¿Dime que te colocaste ése sexi conjunto de verano?–Chilló de emoción.

¿Qué se colocó que?–Preguntó Kevin en modo celoso.

El sexi conjunto de verano para tirarse a toda la fiesta.–Respondió mi amiga con obviedad.

¡Por Dios Michell!

¡Kevin acelera esa tortuga que tienes cómo auto!–Grité Interrumpiendo.

¡Mi bebé no es una tortuga , es un rayo!

Tranquila amiga.– Habló Michell.–Ya casi llegamos sólo falta... ¿esa es una puta?– Preguntó.

¡Oh si amor! Suelen atraer a sus clientes en las esquinas de las calles.–Respondió Kevin .

Rodé los ojos porque exactamente eso era lo que yo parecía en esta esquina. Cuándo un auto se acercaba a mí pude reconocer que ese auto era Kevin y que la persona que confundían con una puta, era yo.

¡Genial! Hasta puta me llaman

Kevin.–Lo llamé.

¿Si?

Esa mujer soy yo ¡idiota!–Y colgué.

El auto de Kevin se detuvo al frente de mí, al entrar les pegué con mi mano a cada uno por la cabeza.

Julieta,  La Chica SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora