Capítulo 39

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Aidan.

En mi vida sólo tuve dos temores; El que mis padres me abandonarían con mi hermana pequeña, el que Aisa jamás me perdonaría y que el Julieta, no estaría bien.

El ver volver a Michelle y a Julieta no, me dolió. Mantuve una pequeña esperanza cuándo vi a la rubia entrar a la sala de Kevin llorando, y con unas simples palabras hicieron que esas esperanzas murieran; "Él tiene a Julieta"

Vi a Kevin abrazar a su novia y lo vi con sus ojos nublados porque su mejor amiga no había vuelto.

Y no sé que me dolía más.

Jaxon me debilitó donde sabía muy bien dónde dolerme. Sé de lo que él era capaz y Julieta para él era una gran tentación.

—Debiste ayudarla.—Le reclamé a Michelle.

La rubia se alejó de Kevin  para colocarse  al frente de mí.

—¿Crees que tengo la culpa?

—Creo que debiste quedarte junto a ella. — Su ceño se frunció, pero me valía mierda lo que pensara.

—¡Jamás la abandonaria, pero ni siquiera me dió tiempo para ayudarla, ellos fueron más rápido!

—¡Si no te fueras centrado nada más en ti, Julieta estuviera acá! —La señalé.

—¡No fue mi culpa, idiota! —Chilló.

—¡Basta! —Se interpuso, Kevin.—¡Paren los dos! Ninguno tiene la culpa.

—Claro, sólo porque es tú novia.

—Aidan.

Me alejé de allí, la verdad ya no quería discutir más. No tenía ánimos ni tiempo. La policía, mejor dicho el amigo de la mocosa ya se estaba haciendo cargo de eso. Su madre lo llamó luego que volviera Michelle ayer por la tarde. Ya han pasado veinte cuatro horas desde entonces.  Veinte cuatro horas que no veo ésos ojos verdes que me enamoré.

David había llegado a mí lado con la preocupación en su rostro.

—La encontré.

Sentí que algo volvió a mi luego de escucharlo, pero su rostro aún me llenaba de preocupación.

—Llevame.—David asintió caminando hacía la salida.

—¿Que ha pasado? —Kevin me detuvo.

—Te llamaré. — Él negó con su cabeza, pero antes de hablar, me adelanté. —Por favor confía en mí.

Al parecer mis palabras lo detuvieron, ya que asintió. No sé que nos espera en ése lugar, pero prefiero que él se quede acá.

David en el transcurso del camino no omitió ninguna palabra y yo lo conocía también para saber que no todo esta bien. Sentía miedo, mucho miedo. No quería que nada de esto lastimara a mi Julieta, pero desde hace años ella ya estaba involucrada, y no por mi parte, si no por su tío.

—Llegamos. —David detuvo el auto en un lugar un poco abandonado y solitario. Al bajar dos de sus hombres más confiados estaban allí esperándonos.

—Gracias por ayudarme.—Le agradecí sinceramente.

—Tú siempre me has ayudado a mi. Pero Aidan, no te prometo que todo estará bien ése lugar allí dentro. Lo que te puedo prometer es que seguiré a tu lado, para acabar de una vez por toda esta organización, y a Jaxon.

Asenti bajandome del auto.

—Iré adelanté. ¿Okey?

—Esta bien.

Julieta,  La Chica SuicidaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum