capítulo 40

9 1 0
                                    

Sus ojos avellana venían hacía mí.  Él venía por mi. Corrí para escapar, pero choque con algo haciéndome caer.

Sus pasos estaban cerca pero algo evitaba que yo me levantara. Sentí la presión en cuello.

—Te encontré. —Susurró cerca de mi rostro.

—¡Nooo! —Jadee exaltada. Las lágrimas corrían por mi rostro.

Sentí dolor al mover mi cuerpo.

Vi a mi madre acercarse a mi limpiando mis lagrimas.

—Mamá.

—Estoy aquí, hija.

—Mamá él volverá. Yo–Yo sé que él vendrá. —La abrazaba mientras lloraba. Sentí tanto temor que olvidé un momento en dolor de mi cuerpo.

Solloce en su pecho todo lo que no lloré en aquel momento, aunque sabía que en los brazos de mamá no pasaría nada, el miedo no se iba, aumentaba cada vez más.

—Mami el abuso de mi. —Confesé. Mi madre tragó su sollozo y volvió a abrazarme.—¡Te juro que yo me defendí, yo quise huir! ¡Pero no pude mamá, no pude!

—Te creo mi amor. Pero estás a salvo. Ya nadie te hará daño.

—¿Porqué yo, mamá? ¿Acaso le he echo mal a alguien? ¿Lo merezco mamá?

—Nadie se merece nada malo en la vida, y tú menos, hija.

Quiero creerle a mamá, pero lo que pasa en mi vida cada vez me demuestra lo contrario.

—Hay algo por el cuál debemos preocuparse, cariño. — Mamá sostuvo mí mano.

—¿De que?

—No sabemos si esa persona...utilizó condón, Julieta.

Miré a mamá sin entender.

—Julieta, si el no utilizó, cabe la posibilidad de contagiar una enfermedad o salir embarazada. ¿Entiendes eso, hija?

No, yo no podía tener ninguna de esas dos opciones.

—Pero yo no...

—Pase lo que pase nosotros estaremos contigo, tú familia. —Mamá me atrajo nuevamente a su pecho.

¿Cómo puede un momento destruir una vida?

La mía se destruyó en sólo un día.

Una doctora, había entrando luego de un rato dándome por fin el diagnóstico.
Dos costillas rota, hematomas en el cuerpo, golpes en la cara, labios y frente rota, y un poco de desgarre en mi vagina.

Tdo eso fue el colapso que necesitaba mi vida para por fin terminarme de hundir.

Mamá se quedó todo el día a mi lado sosteniendo mi mano, no podía cerrar mis ojos, ya que al hacerlo, lo veía a el y a su sonrisa. No podía si siquiera descansar mi mente.

Así pasaron tres días más en el hospital; dónde mis noches eran llenas de ansiedad, mis días eran llenas de temor por si en cualquier momento él entraría a la habitación, mi llanto no cesaba, aveces sólo mis lágrimas salían sin esforzarme en llorar, mi madre varías veces se acostaba junto a mi, callando mis sollozos y calmandome. A pesar de que varias veces la rechazaba, ella no se iba. Sólo en tres días mis ojos verdes perdieron ése brillo que quedaba en mí, mi rostro no reflejaba a la Julieta que era, sólo se reflejaba lo que aquel monstruo dejó; nada.

Dejé de valer poco, para no valer nada.

Sólo tres días y ya me estaba acabando.

Al primer día me realizaron la primera prueba para descartar una enfermedad de transmisión sexual. Negativo.

Julieta,  La Chica SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora