Capítulo 35

8 2 0
                                    

Aidan.

Removi la cerámica que estaba en el piso de la ducha.

–Aidan ya me estas asustando. – Tenía a Kevin detrás de mi siguiendome por toda mi habitación.

Ignore lo que dijo y seguí sacando la cerámica, cuándo al fin lo había echo, saqué de allí lo que me mantendría con vida.

–Definitivamente los italianos son raros.

– No seas idiota, Kevin.

Me levanté del suelo y caminé hacía mi cama,  pero antes de eso, cerré la puerta.

– Me niego a hacer cochinadas contigo, te quiero, pero no de esa manera. – Negaba con su cabeza.

Le extendí la bolsa y el la tomo en sus manos confundido.

–Tienes mi vida en tus manos. – Le dije.

–Explicate.

– Estas son algunas evidencias que he conseguido de la organización en que estoy.

– Aidan...

– Necesito que las tengas tú y que me las entregues cuando yo las pida o sea importante.

– Es decir, cuando estén apunto de matarte ¿no?. – Sus voz salió hostil.

–Kevin.

– ¿Porqué simplemente no entregas esto a la policía, antes de que sea tarde? ¡Ellos pueden ayudarte, Aidan!

– No. ¿Estás demente? Sí lo hago, extropiaran todo.

– Si cooperas con ellos sería más sencillo. – Kevin no entendía los riesgos que tendría si hacia lo que me pedía.

– ¿Quieres que me salga de esto para estar con Julieta no? ¡Pues bien, eso hago!

–¡Pero estoy seguro que ella te quiere vivo, no muerto, maldita sea! ¡Ella cómo yo te necesitamos vivo! – Gritó furioso. Agradecía que mis tíos y Aisa no estuvieran acá.

– Pues el tiempo se está agotando. – Confesé.

– ¿Qué? – La mirada de terror de Kevin son cosas que jamás olvidaré. No quería que se enterara, pero el necesitaba estar al tanto de todo, por sí mi plan no funcionaba.

– Esta bomba está al punto de explotar, Kevin. – Suspiré. – Para librarme de toda esta mierda debo batallar y eso es lo que estoy haciendo. Esas pruebas que te estoy dando, necesito que la uses para ayudarme, si termino en prisión me ayudarán y si termino muerto. Limpiaras mi nombre. Es por ello, que mi vida dependen de esas pruebas.

– Lo haré pero con una condición. – Pidió.

– ¿Qué?

– Saldrás con tú trasero vivo de allí. ¿Okay?

– Ni siquiera sé...

– ¡Prometelo!

– Lo prometo.

Prometí algo que no estaba seguro si iba a cumplir.

********

Diciembre anunció su llegada con una extensa nevada, cubriendo toda la ciudad de un blanco total. A veces gruñia cuando mi auto se estaba estancado entre la nieve, pero volvía a sonreír cuando Aisa me lanzaba bolas de nieve de sorpresa. Verla reír era mi medicina.

Las clases habían terminado. ¡por fin!
Amaba mi carrera pero era demasiada exhausta.

El frío se colaba por debajo de mi abrigo, guantes, bufanda e incluso guantes. Mis mejillas de vez en cuando se tornaban rojas y de mi boca salía ese común humo.

Julieta,  La Chica SuicidaOnde histórias criam vida. Descubra agora