Capítulo veinte

11 3 2
                                    

𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒗𝒆𝒊𝒏𝒕𝒆... 

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒏𝒛𝒂

Cuando desperté, me seguía sintiendo demasiado cansado. Parecía que no había dormido en toda la noche. Aunque si lo pensaba mejor, probablemente estaba así por culpa de esa pesadilla. Me encontraba sumergido en una intensa angustia y preocupación, la cual me hacía percatarme que la situación comenzaba a sobrepasarme, y que en algún punto podría terminar perdiendo la cabeza.

Cuando finalmente pude sentarme a tomar un café en mi living, empecé a buscas soluciones. Y gracias a que mi mente se encontraba tan anulada por el cansancio, ninguna idea se me vino a la cabeza. Fueron minutos y minutos sentado, en los que solo se me ocurrió pedir algún consejo a alguno de mis amigos. Ya que después de todo, no perdía nada con intentarlo.

Los primeros que se me vinieron a la mente fuer,on Miguel y Leo, pero por algún motivo el segundo me traía cierta desconfianza. Habíamos sido amigos durante muchos años, pero la situación últimamente se estaba tornando un tanto extraña. Como si el hecho de que Leonardo conociera a Alex, hubiese logrado que las cosas cambiaran. Además, luego de experimentar ese sueño extraño en mi coma, me sentía todavía más intranquilo. Por ello, terminé descartando la idea de hablarles.

Dejando a ellos de lado, el resto de mis amigos no eran muy buenos aconsejando. Aparte, era una situación complicada, y dudaba que lograran entenderme. Lo único que me dirían sería que me alejara de él, y realmente esa no era mi idea. Después de todo, si hacía eso, tenía un presentimiento que me decía que la última imagen que tendría de Alex sería en un funeral. 

Y luego de hacer todo ese descarte, pude darme cuenta que el único que podía ayudarme, aunque sea un poco, era Félix. Por ello, apenas pudiera iba a buscarme nuevos amigos, ya que si ahora dependía únicamente de su ayuda, significaba que realmente estaba jodido. Y no porque fuera un mal chico, sino que Félix era un caso particular. Aunque a pesar de todas sus actitudes extrañas y explosivas, sentía que era el único que podía ayudarme en una situación como esta. Después de todo, tenía una cierta habilidad para acercarse a los hombres, y en un momento como este, eso me servía demasiado.

Una vez decidido, tomé mi teléfono y busqué el número de mi amigo, para de esta forma llamarlo. En lo que esperaba que me contestara, comencé a pensar en como podría decirle las cosas, ya que necesitaba que me entendiera lo mejor posible.

—¿Hola?—Dijo mi amigo, con el tono de voz algo confundido.—¿Dylan? ¡Que raro que me marques! ¿Pasó algo?

—¿Tan extraño es?—Pregunté sorprendido, pero en cuestión de segundos pude darme cuenta que había estado desaparecido.

—¡Bastante! Me tenes muy abandonado. ¡Aun así! Decime porque me llamaste, me estás matando de la curiosidad.

—Umh... Hoy a la noche, ¿podemos vernos? Tengo que contarte algo...

—¡¿Te me vas a declarar?! Ya sabía que en algún momento esto pasaría, era inevitable.

—¿Eh? No, boludo. Te tengo que contar algo que me esta pasando. Lo haría ahora, pero prefiero decírtelo todo a la cara. Es medio complicado hacerlo desde acá.

—¡Ay, entonces llevo a mi novio! Así lo conoces mejor.

—Me parece genial que quieras que lo conozca, pero me gustaría que nos juntemos en otra ocasión los tres. Hoy necesito que estemos a solas, porque es un tema complicado.

—¿Te querés cambiar de género? ¡Tonto, a él no le va a importar!

—Me estás haciendo replantear si realmente es buena idea contartelo. 

¿Y si no es un sueño...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora