Capítulo dieciséis

11 3 3
                                    

𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒊𝒆𝒄𝒊𝒔𝒆́𝒊𝒔... 

𝑬𝒍 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒆𝒏𝒛𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅

—Alex, ¿vos sos gay?—Preguntó mi madre, con el tono de voz bastante desgarrado. Podía darme cuenta en sus palabras, que le había costado decirlo. Como si fuera un tema el cual la avergonzara. Mientras que yo tan solo pude observarla por un momento en completo silencio. Sabía perfectamente lo que iba a responderle, pero había algo que me hacía sentir extraño. No lograba comprender muy bien lo que estaba pasando por mi cabeza. Sentí que mis pensamientos se terminaron anulado y me era imposible responderle. Por lo que luego de aquel silencio, ella volvió a tomar la palabra.—Me hablaron unas madres de tu colegio, porque se enteraron que vos andabas con hombres mayores. Me dijeron que apareció una foto tuya del sábado a la noche, cuando vos me habías dicho que estuviste en la casa de Thomas. Encima, llamé a la mamá de este chico para saber si se estuvieron viendo y me dijo que no. Entonces hoy tampoco sé a donde fuiste realmente.—Y luego de comentar todo eso, hizo una pausa.—Decime la verdad, ¿qué cosas estas haciendo? ¿Con qué hombres te estas metiendo? ¿Es solo ese o tenés varios?

—Mamá.—Acabé diciendo, para de esta forma tomar la palabra.—No tengo ni uno, ni dos, ni nada. Porque en primer lugar, ni siquiera soy gay.

—¡Alex, no me sigas mintiendo!—Exclamó exaltada.—Luego de todo lo que me enteré, ¿vas a seguir negando las cosas? Quiero que solo me digas que esta pasando. No te sigas excusando o intentando ocultarme lo que haces.

Mi mirada quedó fija en sus ojos por un momentos, haciendo que me de cuenta como me observaba con clara decepción. Mientras que yo, por otro lado, comencé a sentir que mi interior comenzaba a desgarrarse. Era como si todas aquellas palabras hubieran golpeado contra alguna parte, la cual desconocía por completo. Y para ser honesto, prefería que quedara oculta y nunca ser capaz de descubrir que me ocurría. Ya que por más extraño que fuera, me aterraba saberlo.

—Entonces, no tengo nada para decir.—Dije finalmente, con la poca voz que me quedaba en la garganta, para luego marcharme hasta mi habitación.

No tenía la estabilidad mental para seguir manteniendo esa conversación. Por ello, la mejor opción que me quedaba en ese momento era irme hasta mi pieza y quedarme allí encerrado. Después de todo, en el instante que cerré la puerta y mi cuerpo toco las sábanas de mi cama, mis ojos no pudieron contener más las lagrimas. La almohada en menos de dos minutos quedó completamente empapada, mientras que comenzaba a sentía una fuerte presión en mi pecho. Por otro lado, mi mente se había anulado por completo y solamente los pensamientos negativos la estaban invadiendo. No podía sentir más que culpa por mis actos, y arrepentirme por todo lo ocurrido. Aquella felicidad que había experimentado momentos antes, era como un peso en mi espalda, el cual ahora me torturaba. Mientras que el peluche que Dylan me había entregado, ante mis ojos se volvió como un objeto que me recordaba lo mierda que era. Estaba mal todo lo que hice, y la expresión de decepción de mi madre me lo dejó muy en claro. Haberme dejado llevar hasta ese nivel, fue un completo error. Gracias a eso, ahora parecía ante todos un chico homosexual, el cual se metía con hombres mayores y engañaba a sus padres. Encima, todo eso estaba ocurriendo por alguien que ni siquiera valía la pena. Un acosador, el cual me había arrastrado a toda esa serie de acontecimientos, mientras que yo no fui capaz de frenarlo a tiempo.

Ya sabía lo que me había ocurrido anteriormente, y lo cerca que estuve de haber llegado a estas instancias. Aquel sentimiento de angustia, el cual te nublaba la razón y te llevaba a un mundo completo de tristeza. Como cualquier pensamiento positivo desaparecía por completo, y simplemente veías que no había nada más halla. Sí, conocía todo eso a la perfección, y por ello no podía parar de repetirme lo estúpido que era y sigo siendo.

¿Y si no es un sueño...?Where stories live. Discover now