Capitulo ocho

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𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒐𝒄𝒉𝒐...

¿𝑸𝒖𝒆́ 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒔𝒖𝒄𝒆𝒅𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐...?

Finalmente, logré abrir los ojos luego de haber sufrido aquel desmayo.  Realmente no entendía que le estaba sucediendo a mi cuerpo. No paraba de tener colapsos, dolores de cabeza, cansancio corporal, etc... Y eso que apenas tenía veinticuatros años. Ya me veía en un futuro siendo un  hombre reventado, el cual apenas podía levantarse de la cama. Aunque prefería morirme antes de llegar a ese estado. Me negaba rotundamente a vivir postrado en mi casa, mientras que la vida me iba pasando por arriba.

Luego de aquella reflexión, pude darme cuenta de algo que llamó demasiado mi atención. Era de día, cuando que yo estaba seguro que me había desmayado de noche. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente para que el sol se colocara en un punto tan elevado del cielo? Aparentemente bastante. Además de eso, al girar la cabeza a un costado me llevé un gran susto, al encontrarme con Leonardo y Miguel al lado mío. Gracias al fuerte reflejo del sol, el pelo largo de Leo se encontraba iluminado, dejando ver a la perfección su castaño claro y ojos verdes. Mientras que Miguel al hallarse en contra luz,  ser morocho y encima de baja estatura, casi no se veía. A pesar de todo esto, llegué a notar que ambos se encontraban bastante exaltados. Pero en el momento que notaron que había recobrado la consciencia, cambiaron esa expresión por una de alivio.

—¡Ay boludo, que susto me pegué!—Exclamó Miguel, al mismo tiempo que colocaba una mano en su pecho.

—¿Te sentís bien? ¿Querés que te traigamos algo?—Interrogó Leonardo.

—No, gracias... Me encuentro mejor, solo estoy un poco mareado.—Terminé respondiendo, para luego sentarme en el suelo.

—Pero te caíste de golpe.—Dijo el de ojos verdes con un tono de voz que demostraba clara preocupación.

—¡Sí! Estábamos caminando los tres y de golpe te desvaneciste. Si te sentías mal tuviste que habernos dicho.—Continuó el moreno, causando que me confundiera demasiado por lo que acababa de decir.

—¿Caminando?—Pregunté desorientado.—¿Cómo que caminando?

—¿No recordas? Estabas caminando con nosotros, hasta que frenaste de golpe y caíste al suelo. Pensamos que te habías muerto, pero como respirabas no te tiramos a la basura.-Respondió Leo entre risas.

—Encima yo estaba tan concentrado diciéndoles que estábamos por llega a la heladería, que me di cuenta que frenaste cuando escuché el golpe.—Finalizó Miguel algo avergonzado.

Esa información generó que mis pensamientos se desordenaran. ¿Cuándo había caminado a una heladería? Yo recordaba haber estado enfrente de mi auto, pero luego de eso todo se volvía borroso. ¿Tendré un idea equivocada? ¿Me estaré confundiendo? Puede ser que solamente yo no recuerde por culpa del desmayo. Y antes de seguir analizando la situación, preferí convencerme con que esa era la respuesta. Estaba demasiado agotado mentalmente, y aunque todo me pareciera una locura, lo dejé pasar.

Ignorando aquel extraño acontecimiento, el día continuó con normalidad. Solamente tuve que insistirle un poco a mis amigos con que estaba  bien, ya que se les hacía difícil creerme luego del "gran golpe" que recibí al caer. Así que una vez que se aseguraron cien porciento de que no estuviera mintiendo, nos decidimos por ir a una cafetería.

Al llegar nos sentamos en la primera mesa que encontramos. Esta estaba pegada a la pared, con unos asientos que parecían sillones. Eso sí, el cojín era tan duro, que hasta un concreto pintado de blanco sería más cómodo que eso. Aún así, preferí no quejarme, ya que no tenía ganas de seguir caminando. En ese momento solamente tenía ganas de tomar mi licuado, al mismo tiempo que pensaba que habrá pasado con Alex y que explicación iba a darle. Después de todo, lo había dejado plantado. Así que no me quedaba de otra que mandarle un mensaje disculpándome, y diciendo que solamente saqué su número de los contactos de mi secretaria para mandarle ese texto. Aunque ese sería problema del Dylan del futuro, ya que ahora estaba con mis amigos y no quería volverme loco pensando que palabras usaría. Además, a ellos también les debía una disculpa.

¿Y si no es un sueño...?Where stories live. Discover now