Capítulo siete

30 3 0
                                    

𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆

𝑺𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝒆𝒓𝒐́𝒕𝒊𝒄𝒐𝒔...

Aparecí sobre un suelo frío y desolado, en un estado de completo aturdimiento. Me era imposible mover cualquiera de mis extremidades, como si hubiese consumido algún tipo de droga. Y a pesar de todo esto, aún era capaz de darme cuenta que algo se aproximaba. No sabía si era bueno o malo, pero por algún extraño motivo mi cuerpo esperaba deseoso que eso sucediese, mientras que mi mente se oponía rotundamente.

Aunque no tuve que esperar demasiado, ya que a los pocos instantes sentí como una mano me recorría desde la garganta hasta el culo, causando extrañas sensaciones de escalofríos por todo mi ser. Para finalmente, acabar dándome una fuerte nalgada, que me tomó por sorpresa.

En eso, el odio me invadió por completo, generado por la impotencia que me daba no ser capaz de moverme, y mucho menos ver de quién se trataba. Me encontraba a la completa merced de esa persona, y realmente deseaba golpearlo para que dejara de controlarme. Además, como si la situación no pudiera ser peor, ese imbécil sabía como tocar, ya que acariciaba de una manera suave, pero yendo directo a mis zonas más sensibles, para que me fuera imposible no sentir placer.  

Sin previo aviso, colocó sus dedos sobre mi abdomen y empezó a masajear la zona con bastante esmero. Cada roce que daba contra mis pezones me estremecía por completo. Quería forcejear, pero mi cuerpo seguía sin reaccionar. Tan solo se dejaba sucumbir ante aquellas sensaciones. Algo de lo cual él se aprovechaba, ya que podía comerme a su antojo. Dejando una serie de chupones que iban desde mi cuello hasta la pelvis. Y aunque no lo quisiera aceptar, el maldito me estaba excitando demasiado.

De repente, introdujo su mano por debajo de mi bóxer y separó mis nalgas sin ningún tipo de pudor. Acariciando la zona de forma lenta y apasionada. Mientras que por otro lado, metía su lengua dentro de mi boca, y por alguna razón que desconocía, acabé correspondiéndole. Y a decir verdad, me sentía muy caliente, pero no quería darle el gusto de escucharme gemir. Traté de contenerme lo más que pude, y ante la desesperación me fue imposible no insultarlo.

—¡Déjame, pedazo de mierda! Apenas pueda te voy a gol...—Exclamé enfadado, pero no fui ni siquiera capaz de terminar la oración.

Sus labios volvieron a besarme, forzándome así a intercambiar saliva. Para finalmente, introducir sus dedos dentro mío y empezar a moverlos con bastante brusquedad.  Causando que el deseo me invada por completo, y comience a jadear en busca de placer. Cosa que pareció gustarle al chico, ya que tras reír de una forma bastante seductora, tomó mi cuello y empezó a apretarlo, mientras seguía embistiéndome cada vez más fuerte. Y aunque me estuviera encantando, llegó a un punto que necesitaba algo más. Quería su pene.

 —Si vas a hacerlo, hacelo bien, inútil.—Dije de forma exigente, buscando que me obedeciera.

Sin ningún tipo de reproche, acabó sacando sus dedos y se colocó entre mis piernas. Al rozar su pene, pude darme cuenta que era bastante grande. Y antes que pudiera decir algo al respecto, el maldito me lo metió de una sola embestida, la cual me hizo ver las estrellas.

Se sentía tan bien, que al instante comencé a gemir sin parar. Cada vez me daba con más fuerza y de forma constante, generando que todo mi cuerpo lo deseara. Por lo que no tardé mucho en llegar al orgasmo. En donde por arte de magia, logré mover los brazos y envolver su cuello, mientras que el desconocido acababa viniéndose en mi interior. Llegándome así de su semen, y dejándome completamente exhausto.

Finalmente, volvió a besarme, pero de una forma mucho más cálida que antes. Transmitiéndome unos sentimientos, los cuales no llegué a entender en ese momento. Pero al separarme de sus labios, pude notar que la neblina comenzaba a desvanecerse. Dejándome así apreciar al contrario, el cual era ni más ni menos que Alexander.

¿Y si no es un sueño...?Kde žijí příběhy. Začni objevovat