Capítulo 30

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Una gran puerta de metal negra se alzaba frente a nosotros, le elegante y pesada reja se abrió dejando pasar el carruaje donde veníamos. Apreté mis manos nerviosa por, tal vez, decimo cuarta vez mientras rezaba a todo aquel Dios que conozco que me ayude a que todo salga bien, pues necesitaba la ayuda de todos para lograrlo.

Draco tomó mi mano y la apretó suavemente dándome un poco de fuerza, pero la sonrisa me duró apenas segundos, pues se esfumó en cuanto el carruaje paró justo en la entrada de aquella tétrica mansión donde mi alfa había pasado toda su vida. De solo pensar en lo que mes esperaba, el estómago se me revolvió.

—Oye, Herms, todo saldrá bien amor.— Pero su sonrisa apenas llegó a sus ojos, estaba mintiendo, ni si quiera alguien tan confiado como Draco Malfoy estaba listo para lo que nos esperaba al cruzar las grandes puertas de roble.

—Sin importar lo que pase, te amo.— Algo en mi sentía la necesidad de decirlo. Él sonrió enternecido mientras me depositaba un suave y rápido beso en los labios.

—Te amo.

—Te amo.

Y sin esperar más, bajamos de esa carroza, nuestras cosas estaban siendo llevadas por los elfos domésticos de la mansión, quienes a pesar de mis suplicas, aparecían y desaparecían con mis cosas a diestra y siniestra mientras mi novio se burlaba de mi frustración justo en mi cara.

—Soy perfectamente capaz de llevar mis cosas por mi sola.

—Oh, yo estoy seguro de eso, pero hazme caso, no creo que quieras llegar con aires de rebeldía a presentarte con mis padres.

—¿Sugieres que sea tu sumisa?— Un perversa sonrisa creció en su rostro pero apenas vio mi cara intentó ocultarla entra risas burlonas.

— Sugiero.— Comenzó, tomando mi mano.— Que demos una buena impresión, después de esto puedes tirar la casa por la ventana si así lo deseas, ¿Te parece?

Dudé fingidamente, pero sabia que tenia razón, no quería agregar más cosas a la lista de odio que me tenían sus padres.

—Me parece.

—Bien, ¿Entramos?— Di un gran suspiro y después de un rato asentí decidida y preparada. Lo que se hace por amor.

En cuanto entramos pude sentir como el frio me golpeaba, a pesar de estar nevando a fuera, dentro de la mansión se sentía increíblemente más helada la temperatura, me negué a quitarme el abrigo cuando un elfo domestico me lo pidió, ¿Qué los Malfoy no conocen el fuego?

Mira a mi al rededor mientras intentaba entrar un poco más en calor, la entrada era un enorme pasillo que te llevaba a incontables cuartos para al final terminar en una sala más abierta no se veían unas elegantes escaleras que seguramente nos llevarían a la segunda planta. Todo parecía tan elegantemente tétrico que quede sin palabras, pese a que la mansión se encontraba en perfecto estado, si entrabas, no podías percibir que alguien esté viviendo en este lugar, como si el calor familiar no existiera. Habían enormes candelabros colgando del techo e incontables velas elegantemente acomodadas, y aun así todo parecía estar sin luz, tan frio, tan tosco, tan desolado. Miré a Draco para darme cuenta que había estado observándome todo el tiempo divertido y curioso por mi veredicto.

—¿Te gusta?

—Es tan... ¿Elegante?

—Es tétrica comparada a tu casa.

—Parece la cueva de un vampiro.— Agregué sin más haciéndolo carcajear.

—Ojalá puedas llenarla de tu luz.— Tomó mi mano nuevamente con suavidad mientras me instaba a seguirlo por aquel desolado pasillo.

Tú eres mi destinadaWhere stories live. Discover now