17. COMO DICE LA CANCIÓN...

4.2K 297 162
                                    

Cuando me levanto, la casa ya está recogida. No es tarde, son algo más de las diez, así que supongo que nadie se ha despertado aún.

Anoche después de mi descargo en el gimnasio, darme una ducha rápida y mandar un par de mensajes a Tom avisando de que echara un vistazo a la gente, decidí que la fiesta había acabado para mí, por eso me fui directo a la cama y caí fulminado, porque las emociones de las últimas horas me habían pasado factura, y necesitaba descansar.

Volví a ver a Lana, pero me hice el loco. Estaba con su hermana, hablando en una esquina del Salón, y por un momento pensé que tenía sus ojos puestos en mi, pero como ya he dicho, ni siquiera le hice mucho caso. Eso si, me alegré de no verla con el Capitán América, que viendo el Instagram de Fred, descubrí que duró poco en la fiesta y fue a ver a mi sobrina.

No se sentiría agusto, supongo.

Cuando termino de desayunar, salgo de la cocina y me dirijo hacia la entrada porque quiero ir a correr antes de acabar de preparar mis maletas e ir a comer a casa de mi hermana, y acomodo mi móvil con la música a todo volumen.

Estoy haciendo los últimos estiramientos con una canción de los Rolling de fondo, cuando veo a la Morena que anoche casi acaba en la cama conmigo, bajar las escaleras con una camiseta ancha y refregando sus ojos. Sonrío porque lleva los pelos de loca y me pregunto porque habrá dormido aquí.

Aclaro mi garganta para llamar su atención y da un brinco, abriendo sus ojos y llevando una mano a su pecho.

—¡Dios, me has asustado! —susurra.

—¿Que haces aquí? —pregunto divertido —¿Te pillaba la casa lejos?

Lana hace una mueca y yo aprovecho para mirarla de arriba a abajo. Que lleve este outfit me va a ahorrar quemar calorías.

—Acabé muy borracha —lleva una mano a su cabeza —No tenía ganas de irme a casa.

—¿Y donde has dormido? —me cruzo de brazos y la veo moverse nerviosa, como si tuviese prisa.

—En la habitación de Tom —asiente —Él y Julie se fueron anoche a casa.

Frunzo el ceño, porque no era conocedor de que mi hermano se había ido —¿Entonces quien se ha quedado en casa? He oído ronquidos.

Lana aprieta sus labios —Bueno... Estamos tu y yo solos, los demás se han ido después de arreglar la casa porque tenían cosas que hacer, así que supongo que la de los ronquidos era yo.

Abro mis ojos con sorpresa y reprimo una sonrisa. Por un lado me extraña que todo el mundo haya sido tan responsable, pero por otro lo agradezco porque lo han dejado todo bastante bien.

Miro a la Morena con una sonrisa torcida y niego —Tampoco eran ronquidos —frunzo mis labios —Respiración fuerte más bien.

Rueda sus ojos y me da en el hombro, haciéndome reír —¿A donde ibas?

—A correr ¿quieres venir?

Me mira con horror y suelto una carcajada porque sabía que iba a reaccionar de esa forma. Lana tiene cuerpazo porque ella es así, no porque se cuide, precisamente.

—Mejor desayuno y me voy.

—Quédate el tiempo que quieras, mi madre tiene la mañana ocupada y no pasará por aquí.

—¿Y quedarme a solas con un Vaquero sudado y fibroso de ojos azules? —saca su lengua —No gracias, me voy a casa.

Me vuelvo a reír y niego. Este Vaquero fibroso está pensando demasiadas cosas indecentes que hacerle como forma de despedida, pero me temo que Caperucita no piensa lo mismo, así que mejor dejar las cosas como están.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Where stories live. Discover now