42. LAS COSAS SE TUERCEN

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Lucas.

Doy con mi puño en el saco de box mientras intento controlar la respiración. Esto para mí siempre ha sido un buen método para descargar tensiones, y como no tengo a la sexy de mi novia cerca, me deshago en puñetazos mientras pienso en todo eso que hace mierda mi cabeza.

No estoy tranquilo. Hay algo dentro de mí que me impide seguir con mi vida con total normalidad, y no sé si es el hecho de que me cuesta separarme de Lana, o que no sé si eso de irnos vivir juntos va a salir bien estando mi padre de por medio.

Quiero enfrentarme a él de una vez, explicarle que estoy enamorado de alguien que él no espera y dejarle claro que una guerra absurda no va a acabar con lo que mi Morena y yo tenemos.

Dejo mi frente caer sobre el saco y sonrío, con la respiración hecha un desastre y mirando mi muñeca. Antes me ha regalado su bandana y no se hace una idea de como algo tan simple como un trozo de tela, puede hacerme tan feliz, por lo que sé que significa para ella y porque joder... Es su jodida bandana de los conciertos.

No cualquier fan consigue eso.

Me incorporo tirando los guantes a un lado y busco mi móvil. Quiero llamar a mi madre para preguntarle si vendrá pronto, pero caigo en que me he dejado el móvil en la habitación y suspiro pesadamente, tirándome en el sofá.

Tener un gimnasio propio en casa me da muchas ideas locas para hacer con mi chica. Quizás pronto ponga alguna en práctica.

Oh, Dios, debería darme una ducha de agua helada para dejar de pensar con el pene.

Oigo como se abre la puerta y frunzo el ceño, incorporándome y esperando a ver quién es la persona que ha interrumpido mi paz, que pisa fuerte por la escalera y me roba el aliento cuando llega al final.

Va con su usual traje de chaqueta y lleva una cara digna de entierro.

—Papá...

—Hola —veo como desabrocha sus gemelos y trago saliva —No sabía que habías llegado.

No me mira cuando lo dice, y por su tono de voz presiento que algo no va bien.

—Si —aclaro mi garganta y me levanto —Hace un rato.

Asiente —¿Y que tal?

Sonrío algo nervioso —Bien, muy bien, no he parado  un segundo.

Ken Dawson ladea su cabeza y me mira a través de sus pestañas. Nunca había tenido tanto miedo de mi padre como ahora, y jamás imaginé llegar a este punto.

—¿Donde has estado? —frunce el ceño —No recuerdo bien la mentira de tu madre.

Trago grueso y aprieto mis puños a mi espalda. Parece que sabe que le he mentido, y no tengo idea de cómo ha pasado, pero ahora sólo me queda apechugar y que sea lo que tenga que ser.

—No sé a que te refieres —niego, mirando al suelo —¿No venías mañana?

Suelta todo el aire contenido y comienza a caminar por la habitación, poniéndome muy nervioso. Mi padre es la persona más manipuladora, cruel y despreciable que te puedes encontrar en la vida si se lo propones. Y aunque lo sé, nunca se está preparado para enfrentarlo.

—He sabido que estabas solo en casa y he aprovechado para venir y charlar un rato a solas contigo.

Parpadeo —¿Como lo has sabido? ¿Te lo ha dicho Tom?

Ríe y pasa una mano por su boca —No, hijo, tu hermano está demasiado ocupado pensando que no sé qué se ha ido a vivir con... —chasquea sus dedos —¿Como se llama? —aprieta sus labios y cierro mis ojos —Ah si, Julie, Julie Miller.

BESOS EN GUERRA (Terminada)Where stories live. Discover now