48. LA CALMA

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Seis años atrás.

Pegan en la puerta de mi habitación por quinta vez y bufo contra mi almohada. No quiero hablar ni ver a nadie, no quiero que me den sermones de media hora para acabar diciendo que no de nuevo a alguna salida, y no quiero celebrar este día porque no tengo cuerpo para nada que no sea lamentarme en mi cama mientras veo las horas pasar, tras mi ventana.

Este sería mi primer cumpleaños a su lado. Seguro que lo celebraríamos a lo grande, juntos, haciendo de las nuestras en cualquier lugar o de viaje express...

Pero no, hace seis meses que decidí hacer lo mejor para ella y nuestros caminos ahora van por separado, ya no hay nada que nos una, y cada día duele más su ausencia. Tanto, que no hay rato libre que no le llore, y tampoco es que me apetezca hacer más que estudiar, así que mi tiempo libre es extenso y ya casi no me quedan lágrimas.

No salgo, no sonrío, a penas hablo y no siento. Ahora mismo soy un despojo humano que se dedica a lidiar con un corazón roto, imposible de curar.

—¡Abre la puerta, joder! —los golpes del otro lado me hacen cerrar los ojos, pero como abra voy a pagar con mi mejor amigo la frustración que siento en estos momentos, y no me apetece.

Gruño y me coloco boca arriba para mirar el techo como si eso me hiciese sentir mejor.

—No voy a salir  —digo con la voz tomada.

—¡Es tu jodido cumpleaños! —Grita —¡Tienes que animarte, maldita sea!

Niego —A mí, salir no me va a animar una mierda, así que vete tú y celebra por mí.

Víctor parece frenar y en el silencio de mi habitación, lo oigo suspirar. Sabe que no puede hacer nada, que yo no voy a salir y que lo único que podría levantarme ahora mismo de esta cama es ver aparecer a Lana por esa puerta.

Trago grueso dejando escapar mis lágrimas de nuevo y mi mejor amigo da un último golpe en la puerta antes de marcharse. Lo sé por el sonido de sus zapatos bajando por las escaleras.

Es la mejor opción, y aquí solo pierde el tiempo.

Mi móvil de un momento a otro empieza a sonar y frunzo el ceño porque pensaba que lo había apagado. No quería recibir ni una sola felicitación más después de haber hablado con mi madre y mis hermanos, pero ya veo que voy a tener que lidiar de nuevo con mi hermana mayor.

Al fin y al cabo, no puedo preocupar más a los míos.

Me incorporo apartando mis lágrimas y me pongo el móvil frente a la cara. Es Camila, por videollamada.

Una sonrisa...

—¡Hey! —saludo a la Cámara y del otro lado veo a mi hermana mayor con su barriga enorme y su sonrisa ladeada —¿No te ha bastado con felicitarme esta mañana?

Cami rueda sus ojos y sonríe —Sabes que tu hermana con el embarazo tiene las hormonas revolucionadas, y no llevo muy bien que no estés pasando tu cumpleaños con nosotros —aprieta sus labios —¿Cómo estás?

Trago grueso —Bien, igual que esta mañana cuando me has llamado.

—¿De verdad? —suspira —No estás arreglado aún, ¿no salias con tus amigos a celebrar tus veintidós?

Niego —He preferido quedarme en casa, con buen vino, pizza y Netflix.

Mi hermana alza sus cejas —¿Enserio, Lucas? ¿Pizza y Netflix? ¿Tú? ¿Que han hecho con mi hermano pequeño?

BESOS EN GUERRA (Terminada)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant