BESOS EN GUERRA (Terminada)

30. NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA

Remordimientos.

Eso siento en estos momentos.

Tengo a mis hermanos frente a mí esperando para abrir la Carta.

Joe y yo nos estamos mirando continuamente y sabemos que debemos decir lo que encontramos en el despacho de papá, pero se nos van a echar encima y no queremos eso.

Paso la lengua por mis labios y comienzo a notar las gotas de sudor caer por mi cuello. Hace calor, y la presión del momento tampoco ayuda.

–Es la hora de descubrir la verdad, chicos ¿Estáis nerviosos? –pregunta Fred levantando el sobre.

Julie rueda los ojos y se levanta para arrebatarle la carta a mi hermano mayor, de las manos –¡Madre mia con el misterio! ¿Quieres abrirla de una vez?

Thomas, Olivia y Lucas se ríen y Fred frunce el ceño quitándole de nuevo el sobre a mi hermana.

–Eres horrible.

–Y tú un pesado.

–Chicos, basta...–mi novio se ríe y me mira. No me hace gracia nada de esto porque estoy nerviosa , y en mi cara se me nota. El Vaquero acaricia mi barbilla con el ceño fruncido y se acerca hasta mí para susurrarme al oído –Mi amor ¿estas bien?

Lo miro.

Nunca me había llamado mi amor y acabo de sentir algo en el estómago que me ha hecho sonreír instantáneamente.

Acerco mi boca a la suya y lo beso –Estoy bien, Vaquero.

Lucas asiente con una sonrisa y volvemos toda nuestra atención de nuevo a mi hermano mayor, que discute acaloradamente con Julie porque los dos quieren abrir la Carta.

–¡Ya está bien! –grita Camila –Trae eso para acá, yo lo abro.

Nadie discute a la rubia, y mientras abre el sobre con determinación, Julie y Fred se sacan la lengua como dos niños pequeños.

Muerdo mi labio esperando a que se enteren de la gran noticia. Contando con que esa Carta contenga la misma información que las otras, pero cuando mi cuñada saca la hoja del sobre, la mira por delante y por detrás porque no hay nada escrito en ella.

¿Que Diablos es esto?

–No pone nada –dice extrañada.

–¿Como que no pone nada? –Thomas se levanta para acercarse a su hermana y coger la Carta y frunce su ceño –Es verdad, no pone nada.

–¿Y porque vuestro abuelo querría enviarle a mi abuela cartas en blanco? –pregunta Olivia.

Nos encogemos de hombros y Joe y yo nos miramos y asentimos, dispuestos a contar lo que sabemos porque creo que tienen el mismo derecho que nosotros.

–Tenéis que saber algo, chicos –digo, llamando la atención de todos.

No sé cómo se lo van a tomar pero tampoco creo que sea para tanto.

–¿Que pasa?

Me miran esperando que hable y trago saliva, preparándome para lo peor.

–Hay más cartas de mi abuelo para vuestra abuela y si, están escritas.

Lo suelto sin anestesia, y todos fruncen su ceño esperando que de una explicación a lo que acabo de decir.

–Joe había reconocido el sello de la Carta –continúo –Una vez entró al Despacho de mi padre y vio una caja Roja llena de sobres con el mismo sello, y entonces cayó en la cuenta y decidió ir a ver si también eran de mi abuelo.