Capítulo 2

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Sal de aquí

La mañana estaba fría, con el viento azotando con brusquedad, que cualquier cosa que no tuviera suficiente peso en si, seria arrastrado como si de nada se tratase, a May le encantaba, aun cuando el día estaba gris y su cabello al cambiar de dirección parecía querer golpear su rostro con todo lo que tenía, ella lo encontraba interesante, como incluso había belleza en este tipo de clima que parecía estar de mal humor, iba en el autobús camino a la escuela y las personas estaban en silencio por la hora, pero el viento parecía tener una riña personal con todo. Tal vez lo disfrutaba por no poder sentir el frio, llevaba una chaqueta para aparentar, no que realmente la necesitara, al voltear vio como sus compañeros de ruta se abrazaban a sí mismos tratando de conseguir calor aun con los pesados abrigos, se rio por lo bajo apartando la mirada antes que alguien lo notara "tiene sus ventajas" pensó sintiendo cierta alegría por ello.

Usualmente se tardaban una hora en llegar a la escuela, a pesar de tener que levantarse más temprano que cuando sale con sus padres, May no despreciaba el viaje, porque podía ver más cosas, no se llevaba con nadie del autobús, pero la mantenía distraída ver quienes subían, en una de las paradas había una señora de edad esperando su propio transporte, tenían una expresión seria, tenía unos pantalones rayados de color café que por el tipo de tela no pudieron evitar recordarle a Helena.

"Que mujer tan desagradable". Pensaba May mientras volvía a la conversación del día de su cumpleaños, o, mejor dicho, pelea del día anterior. Su tía abuela, jamás había sido amable con ella, ni siquiera cuando era una niña, no sabía exactamente la razón, pero tendría que estar fuertemente relacionado con el hecho que siempre odio a la familia de su madre, y al tener un parecido más grande con el de esta, podría haber influido en su desprecio injustificado hacia May "la odio tanto como ella a mi" empezando a perderse en esos incomodos pensamientos, el temperamento de May iba de mal en peor, sintió como una presión se instalaba en su cabeza y en su pecho, no era doloroso, pero si se sentía como si algo en ella quisiera salir con fuerza de su cuerpo, cerró los ojos con fuerza, apretó la mandíbula mientras la imagen de Helena llenaba su mente, por un momento fue como si una nube espesa nublara su juicio y sus labios pronunciaron "¿Por qué no puedes dejarme sola?" en susurro audible solo para ella, sintió como algo la empujo hacia atrás ligeramente sacándole el aire, abrió los ojos de golpe escuchando un crujido a su lado. En la ventana había una rajadura, que salía desde la esquina donde ella se encontraba, cruzando todo el camino en diagonal hasta la esquina contraria, paso las yemas de sus dedos con delicadeza sobre ella "parece que el viento está más violento de lo que imaginaba" pensó sin darle demasiada importancia, finalmente alejando a Helena de su mente, y notando que el autobús había parado de nuevo, el portón de aquella casa era enorme, hecho de madera, con un muro perimetral que no mide menos de cuatro metros de alto. Ella recordaba haber pasado siempre frente aquella propiedad, pero jamás ni una sola vez había visto entrar o salir a alguien de ahí, era la primera vez que vería aquella puerta abrirse.

- ¿Quién será? –la chica en el otro asiento hablo.

-no sé, pero se baña en dinero, eso es seguro. –un chico era quien había respondido.

May no podía negar que incluso ella tenía curiosidad por quien se supone estaba esperando, cuando por fin la puerta en el portón se abrió dejando ver a una mujer con uniforme que se quedó de pie con la puerta abierta aparentemente esperando por alguien.

- ¿Cómo se ve? –casi todas las chicas en el autobús comenzaron a susurrar... al menos según ellas nadie más podía escuchar su plática.

Los pasos sobre el suelo de metal fueron obvios atrayendo la mirada de todos, sobre un chico, de cabello negro, largo, probablemente demasiado largo, para los estándares de la escuela, aunque no lo suficiente como el de una chica, estaba vistiendo casi todo de negro a excepción del ocre de su camiseta, que apenas se lograba ver por la enorme chaqueta de cuero negro. May estaba satisfecha por haber descubierto al dueño de dicha casa y regreso a ver por la ventana mientras el autobús seguía su usual camino, cuando algo pesado hizo que su asiento se moviera haciendo que ella diera un brinquito, más rápido de lo que ella hubiera preferido volteo a ver a la masa que ocupaba ahora el espacio antes vacío a su lado. Una cara desconocida.

Los Jinetes De DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora