Capítulo 9

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Sin salida

Una semana, una semana fue lo que se necesitó para cambiar la vida de May por completo y por una más se había recluido en su habitación ignorando al mundo entero, le había informado a Kendra lo que sintió con sus primos el día del funeral, ella confirmo las sospechas, ellos eran lo que estaban buscando, pero en lugar de alegrarse, o sentirse menos preocupada, solo provoco un mayor vacío en ella ¿Cómo les haría a sus primos esto? Después de todo no había podido hablar con ellos o decirles acerca de lo que estaba sucediendo "cuan patética" se recrimino al recordar que les pidió que se quedaran sin decir en realidad lo que quería. Allen durante los primeros tres días de su aislamiento le dio el espacio necesario, pero al ver que no mostraba señales por ningún lado los mensajes no paraban de caer y ella pasaba olímpicamente de ellos, los de todos, incluido los intentos de Kendra de meterse en su cabeza.

May se escabullo entre sus sabanas ocultándose hasta de la luz del sol que a duras penas se colaba por la tela de las cortinas, sus propios sentimientos le provocaban cansancio, que espantosa rutina, dormir, para levantarse y solo sentirse cansada para luego volver a dormir haciendo que todo desapareciera por una fracción de segundo "tal vez solo debería desaparecer... aunque sea solo por un momento" haciéndose una bolita pensó que tal vez lo lograría si se quedaba ahí.

No lo ves, no está ahí, solo una señal.

Un sonido, una voz, amortiguada, repitiéndose lejos, May aun con los ojos cerrados, paso su brazo derecho sobre su oído, esperando desaparecer el ruido, que creyó provenía de alguna platica de sus padres en la cocina.

Escúchame, escúchame, escúchanos, presta atención.

Bufo harto de seguir escuchando sin poder captar por completo lo que estaban diciendo, al levantarse sus oídos se llenaron de ruido blanco, lleno una mano a su frente sintiendo la presión alojarse ahí, pensó que tal vez se levantó demasiado rápido, toda su trayectoria a la cocina, ambas cosas permanecieron, al llegar se dio cuenta que sus padres había salido por las compras de la semana, lo sabía por la lista olvidada sobre el desayunador. La presión creció.

May, May, May, donde crecen las flores, sin el sol, ocultas por la tierra, debajo de ella viven las almas.

May se sintió abrumada, mareada aun con el ruido blanco en sus oídos, se esparcían los susurros, alrededor de ella, como si dieran vuelta, brincando de un lado al otro, a medida se hacía claro no podía evitar los escalofríos cuando los escuchaba atrás de ella, a los lados, era casi como si danzaran con el ruido blanco.

A, C, E vueltas piedra, brillan, viven, te guían, descansan entre las memorias, que no se permiten olvidar, que existen con el tiempo.

-May. –se sintió como entrar a un ambiente estéril, libre de cualquier ruido, ni siquiera era capaz de escuchar su respiración, pero reconocía esa voz, distinta de los susurros, firme. –recupera lo que es tuyo antes que el tiempo se acabe. –esta era la voz que le había hecho jurar que no volvería a dicha parte del bosque, la que le pidió que huyera, la que al final le dijo que todo estaría bien, como si la consolara.

- ¿Qué busco? –temblaba ante la idea de hablarle, por los recuerdos que esa voz traía consigo, amargos tragos de realidad.

-De donde provine tu nombre, lo que fuiste, lo que eres, lo que serás. –la visión de un par de ojos azules, brillantes, sobrenaturales, que la primera vez que vio estaban llenos de preocupación, pero ahora poseían una calma que llego hasta ella.

Una vez con sus sentidos de vuelta a lo normal, corrió a su habitación tomando el móvil olvidado dentro de una gaveta para no escuchar ni el zumbido de los mensajes, marco el numero esperando impaciente tras el tono, esperando que Allen no estuviera lo suficientemente molesto como para no contestarle.

Los Jinetes De DragónWhere stories live. Discover now