Capítulo 4

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Té para buenos sueños

El sonido incasable del teléfono recibiendo mensaje tras mensaje era lo que había terminado de despertar a May mas que su propia alarma colocada para ese día.

"¿Quién en su condenada vida cree que es hora para estar mandando mensajes?" había que saber que no siempre se levantaba con el mejor de los humores, especialmente si consideraba la idea que aún le quedaban un par de minutos por seguir durmiendo.

"May, iré por ti esta mañana, tus padres me dijeron que tendrían que salir temprano y ni por mí ni por ellos te iras en el autobús"

May se limpió lo ojos tratando de ver si había leído con claridad, pero no se había equivocado en lo absoluto, todos eran mensajes de Tamara diciéndole que saliera de la cama, que estuviera lista, que ya iba a pasar por ella y que ni por muy terca que fuera se le ocurriera salir a intentar tomar el autobús.

-parece mi madre. –hundió el rostro sobre la almohada bufando ante la nueva sobreprotección de su amiga.

"tengo dos piernas completamente funcionales, enserio no creo que sea necesario que me vengas a traer al frente de mi casa"

"muy tarde, Noona me dijo que pasara por ti, voy en camino y sabes que Hitch tampoco aceptara un no por respuesta, mejor se linda y sal a la puerta"

De nuevo ahogo un gritito sobre la almohada al saber que era cierto, Hitch a pesar de solo ser el chofer de la familia, era alguien sumamente afectuoso que se preocupaba por Tamara, Noona y May desde que apareció en la foto, era más que obvio que también le diría algo si se oponía a aceptar que la llevaran a la escuela y May no quería ni siquiera imaginarse lo que Noona le diría en cuanto Tamara le presentara la queja. Eran prácticamente familia, así que sería como si su propia abuela la estuviera sermoneando.

-bueno, no cabe duda que Tamara se parece a su abuela. –rio finalmente despertando y decidiendo cumplir los deseos de su amiga.

May obedientemente espero a Tamara justo en la puerta de su casa, el carro gris perla era inconfundible, apenas aparco la puerta trasera fue abierta dejando ver a una Tamara sumamente alegre dentro del caro.

- ¡buenos días! –May sonrió negando ante lo animada que estaba siendo la pelirroja.

-buenos días, hola Hitch. –Hitch era un hombre tal vez de unos cincuenta y tantos de edad, que a pesar de ello había solicitado a ambas adolescentes que jamás se dignaran a llamarle señor.

- ¿Qué tal señorita May? –el por el otro lado, si usaba el decoro de poner "señorita" siempre delante de sus nombres. -la señorita Tamara me comento de lo sucedido, espero su salud se recupere lo antes posible. –May sonrió forzadamente, no creía que eso pudiera ser posible.

-pues me siento de maravilla, así que creo que ya está mejorando. –tenía una sonrisa en el rostro, pero Tamara fue la única que noto que no era real. Lo cual trato de dispersar.

-¡bueno! Será mejor que lleguemos temprano. –la pelirroja no negaba estar preocupada por su amiga, pero esperaría por que esta le terminara de contar.

Era la primera vez que Tamara se atrevía a parquear el carro justo en frente de la escuela, era usual que hiciera que Hitch lo dejara más atrás y luego entrara caminando como si nada, pero hoy en su totalidad se debía a la preocupación por su amiga, sabía muy bien que darle trato especial no haría que ella se detuviera o llevara las cosas con más calma, nunca había visto a May desmayarse, o si quiera enfermarse, por un largo tiempo pensó que eso era imposible, pero al verla esa mañana, notar las ligeras bolsas debajo de sus ojos, e incluso menos color en su rostro, se dio cuenta que no era más que una adolescente, al igual que ella, por lo cual algo le alivio el corazón, sintió que podía cuidar de su amiga, ya que siempre había sido de la otra manera durante todo el tiempo que se habían conocido hasta ese momento.

Los Jinetes De DragónWhere stories live. Discover now