Capítulo 6

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Si a Leyre le contaran hace unos meses que se iba a desnudar en un club de BDSM por mandato de uno de los dueños, probablemente se reiría. De hecho siempre que su mejor amiga le contaba sus experiencias con el maestro Vélez lo hacía, se burlaba y le hacía bromas por todas las palabras que soltaba.

Y ahora estaba en una situación muy similar...

Tal vez no tenía al maestro dándole en el culo con un látigo pero si lo tenía a metros, comiéndosela con la mirada mientras se deshacía de su ropa.

—El ambiente se ha tornado caluroso, ¿no?— digo Richard admirando el cuerpo desnudo de la chica frente a él.

Ella se remojó los labios intentando centrar su mirada en él, sabía que si miraba alrededor iba a arrepentirse de todo lo que había hecho hasta ahora.

Por lo general le tenia pánico a las personas.

—Si, señor.— susurró pestañeando lentamente, viéndose inocente a los ojos del dominante.

—Eres preciosa.— la halagó antes de posar una de sus manos en su rostro, bajó con lentitud por su cuello, acariciando su piel. Cuando parecía que pasaría a sus pechos se desvió a uno de sus hombros para después deslizarse por su brazo.

La mirada de la joven parecía de reproche, todo su cuerpo  estaba ardiendo debido a su toque, a su lujuriosa mirada, a su maliciosa sonrisa... A él.

No necesitaba juegos ni preliminares, estaba tan mojada en esos momentos que él podría deslizarse en su interior sin ningún impedimento. Richard también lo sabía, pero a él no le gustaban las cosas rápidas y sencillas, jugaría con ella todo cuanto fuera necesario.

—¿Ansiosa?— preguntó mirándola a los ojos, ambos tenían la mirada oscura y llena de deseo.

—Si.— se limitó a responder.

Los dedos índice y pulgar del maestro atraparon uno de los pezones de la chica y lo pellizcaron con fuerza.

De sus labios se escapó un chillido de dolor.

—¿Si, qué?— preguntó sin despegar su mirada de la suya, demostrando que el que iba a dominar la situación no iba a ser otro más que él.

—Si, señor.— dijo en voz baja, toda la sangre de su cuerpo se agolpó en una zona en concreto, palpitando con más intensidad cada vez.

La sonrisa en sus labios se ensanchó, llevó su otra mano al pecho que todavía no había tocado y repitió la acción que hizo anteriormente.

Leyre cerró sus ojos ante la dolorosa y placentera sensación. ¿Eso era verdaderamente el doloroso placer? Porque todo apuntaba a que todavía estaban iniciando.

—Me encantaría pasar la noche entera acariciando tu piel... Pero tengo otros planes para ti.— susurró Richard mientras deslizaba una de sus manos hasta su entrepierna, pasó sus dedos por la mojada entrepierna de la joven y sonrió de forma descarada—. Separa las piernas, preciosa.

Ella obedeció de inmediato, desvergonzada.

El maestro aprovechó para pellizcar su clítoris, Leyre presionó sus ojos con fuerza ante el dolor causado en el momento. Dolor que se disipó en cuanto empezó a acariciarlo con la presión suficiente.

—Oh, damn.— soltó una maldición entre medio de un jadeo.

—¿Quieres más, preciosa?— preguntó con la voz ronca debido al deseo.

—Si, señor... Por favor.— suplicó abriendo los ojos para buscar la mirada del hombre.

Él asintió ligeramente antes de señalar con la mirada la barra.

—Pega tu pecho en la barra.— ordenó.

Obedeció sin rechistar, sus pechos presionaron contra el frío mostrador mientras que Richard separaba sus piernas.

—Pon las manos en tu espalda.

Sacó su cinturón para encargarse de aprisionar sus muñecas cuando las puso en su espalda baja.

—Voy a follarte, preciosa.— le hizo saber mientras bajaba la cremallera de su pantalón y liberaba su polla—. Quiero que gimas de forma desvergonzada, como si solo estuviéramos nosotros dos en una habitación.

—Por favor, señor...— suplicó cegada de placer.

Acarició su entrada con la palpitante punta de su glande, ella gimió sin poder evitarlo, ambos estaban ardiendo y deseando que sucediera cuando antes.

—Ya sabes que palabra decir si quieres que en detenga.— le dice antes de dejar un beso húmedo en su nuca.

Leyre no dijo nada pero dudaba mucho en si algún día diría la palabra de seguridad, el hombre le gustaba hasta niveles extremos y todo lo que le hago sentir era más que placentero.

Confiaba en él lo suficiente como para entregarle su cuerpo de tal manera.

Sus pensamientos se detuvieron cuando Richard empujó su polla dentro de ella, robándole un sonoro gemido. La sentía estrecha a su alrededor, sus paredes lo apretaban con fuerza pero se sentía exquisito, cálida, resbaladiza y palpitante. Una de sus manos se posó en n sus muñecas, sus dedos se enredaron con el cinturón que las sostenía; la otra se clavo en la carne de sus caderas.

No era la mujer con más curvas que sus ojos habían visto pero tenía un cuerpo perfecto para enloquecer sus sentidos y alterar a su cuerpo.

Empujó una y otra vez, tocando su punto rico en cada embestida, escuchándola jadear debido a la fricción.

Richard no era suave, todo lo contrario. Su pelvis chocaba con las nalgas de la joven cada vez que su polla entraba en ella, haciendo que el choque de su piel fuera un sonido más. Con la alta música no se lograban escuchar más allá de ellos, los demás solamente podrían deleitarse con la erótica imagen.

—Señor...— gimoteó retorciéndose de placer debajo de él, presionando su cuerpo más contra la barra y dejándose llevar por el placer que su cuerpo estaba sintiendo en esos momentos.

—Córrete, preciosa... Córrete.— dijo él luchando por no cerrar los ojos, no iba a perderse la oportunidad de verla correrse.

Como si fuera una orden, ella se dejó ir. Sus piernas temblaron cuando el orgasmo estalló en su cuerpo, soltó un par de maldiciones y mordió su labio inferior con fuerza.

—Eso es... — susurró dejándose ir él también, acarició su espalda con la yema de sus dedos mientras que su semen se liberaba en su interior.

Leyre bajó de su nube de éxtasis al sentir el cálido y espeso líquido en ella, cayó en la cuenta de que todo había sido piel con piel, abrió los ojos e intentó apartarse, el maestro se lo impidió frunciendo ligeramente el ceño.
También se había dado cuenta de lo que había pasado pero actuando de tal forma no se iba a solucionar nada.

Doloroso placerTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon