Capítulo 23

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Leyre odiaba eso de Richard. Odiaba que fuera capaz de provocarle un mar de emociones son solo unas cuantas palabras.

Y eso que no era la principal magia de su boca, ya que causarle un sinfín de emociones era algo completamente normal en él.

¿Moral? ¿Qué era verdaderamente la moral?

No es algo más que un adjetivo que el diccionario no necesitaba. "Conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad."

Es decir, algo que se considera bueno a nivel social.

Él siempre le decía que se olvidara de la moral, ¿querría decir entonces que lo que hacían no era bueno? Tal vez incorrecto o indebido.

—Nena... No te calientes la cabeza.— dijo Richard al notarla más pensativa de lo habitual—. Además, no te lo guardes para ti y comparte conmigo lo que te pasa...

Ella se aferró a la fina sábana de color negro que cubría su cuerpo y miró al dominante.

—¿Lo que hacemos está mal?— preguntó en voz baja, tal vez con temor a decirlo en alto.

—No lo creo, todo lo hacemos muy bien.— murmuró divertido mientras acariciaba su mejilla con sus nudillos.

—Richard... Estoy hablando totalmente en serio.— dijo soltando un suspiro cansada—. Siento que lo nuestro es un error y yo no quiero ser un error para ti.

—¿Un error?— preguntó negando con la cabeza—. Quítate esa idea de la mente, si esto es un error entonces quiero seguir cometiéndolo una y otra vez.

Leyre dejó que su cabeza descansara en el pecho de Richard, se quedó en silencio disfrutando de las caricias del dominante en su cuerpo y escuchando el suave latido de su corazón.

—No quiero que me veas como la niña inexperta que no sabe lo que quiere...— confesó mientras pasaba su dedo índice por la línea de tinta que estaba dibujada en su pecho.

—No te veo así, preciosa.

—Sé sincero.— pidió mientras hacía un puchero con sus labios.

—Yo siempre soy sincero.— dijo chasqueando su lengua—. Te veo como la chica que está dispuesta a descubrir todo lo que le brindo, la que me confía su cuerpo y su alma, la que también me está haciendo sentir increíbles sensaciones...

—Eso es bueno... ¿No?— cuestionó con timidez.

Richard rió sin poder evitarlo y dejó un beso en su coronilla.

—Por supuesto que es bueno, Leyre, jamás podría decir algo malo con respecto a ti.— admitió.

—Eso todavía no lo sabes, tal ves algún día te decepcione.

—No lo harás, te conozco mejor de lo que tú misma te conocerás jamás.— susurró—. Todo lo que haces te sale del corazón, haces siempre lo mejor para ti poniendo el razonamiento por delante...

—¿Eso significa que soy aburrida?

Sacudió su cabeza desconcertado, si había algo que odiaba era cuando las mujeres se ponían en ese modo de preguntar por todo y sentirse inseguras por cualquier pequeña cosa.

—Yo no dije eso y tampoco mencioné nada al respecto.— dijo mientras se movía, obligando a Leyre a hacerlo también. Se sentó en la cama y obligó a la chica a hacer lo mismo pero encima suya—. Voy a dejar algo muy claro, tú eres una persona increíble... No tienes porque sentirte insegura de nada, a mi gustas tal y como eres, con todos tus defectos incluidos.

El corazón de la chica empezó a latir frenéticamente en su pecho, martilleaba con fuerza contra sus costillas y temía que el dominante pudiera darse cuenta de ello.

—Respira, Leyre... He dicho que me gustas, no es algo para dejar de respirar.— dijo divertido al darse cuenta de la situación en la que había dejado a la chica.

—No es algo que pase habitualmente... Es decir, ¿te gusto como te gustan todas tus sumisas o...?

—Me gustas de verdad, no solo para darte órdenes y follarte. Me gustas para admirarte, para acariciarte, cuidarte, besarte, adorarte, apoyarte, acompañarte... Y creo que incluso para quererte.

—Sabes que el sentimiento es mutuo...— susurró con las mejillas sonrojadas—. Aunque tú le gustas a todo el mundo y yo no iba a ser la excepción.

—Simplemente les atrae mi físico y les calienta mi forma de ser, a ti te gusta más que eso.— le guiñó un ojo.

Sus manos acariciaron su desnuda espalda, su piel todavía se encontraba caliente y con su tacto ardía todavía más.

—Yo te amo.— confesó bajando la mirada—. Sabía que no debía de enamorarme pero tú me pones las cosas muy complicadas y terminé cayendo...

—Hey, si vas a confesarme tu amor por mi que sea mirándome a la cara.— pidió al tiempo que posaba sus dedos en su mentón y la obligaba a alzar la mirada.

Tragó saliva, sus ojos siempre habían sido su perdición. No estaba segura de cómo su lengua se movería dentro de su boca porque ni siquiera la sentía. Sin embargo, una sonrisa se dibujó en los labios del dominante y ella supo que debía de volver a hablar.

—Yo... Ye amo, Richard.— soltó mirándolo a los ojos, intentando no perderse en ellos, solo faltaba terminar eso de forma humillante y que Richard se burlara de ella.

—Lo sé, nena.— le hizo saber acariciando sus mejillas—. Créeme que lo sé...

Juntó sus frentes mientras soltaba un suspiro, él era sincero en todo y es por eso que no diría algo de lo que todavía no estaba seguro, necesitaba aclararse antes de darle una respuesta a la joven.

Rechazarla le dolería, pues eso implicaría alejarse de ella. Conocía a Leyre y sabía que ella se iría de su lado si él respondía algo de ese estilo.

—Quiero corresponderte...— confesó en un susurro apenas audible—. No hay cosa que más desee en el jodido mundo que corresponderte...

Doloroso placerWhere stories live. Discover now