Capítulo 13

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Leyre no había dejado de darle vueltas al asunto, internamente se echaba la culpa del accidente... Al fin y al cabo, todo parecía ir en orden hasta que ellos llegaron.

El maestro siempre le hablaba del doloroso placer pero aquello no tenía pinta de que fuera algo placentero sino todo lo contrario. Recordó el sonido que hizo el látigo contra su piel, el grito de la chica y la marca que había quedado en su espalda. Había sangre y a Leyre la mareaba esta substancia.

Por supuesto que se sintió mal por la chica, y al mismo tiempo también por el chico que la había dañado. Vio su expresión y no tardó en darse cuenta de que estaba arrepentido, había sido un error pero tampoco era para castigarse a sí mismo de tal forma. Sus ojos se habían humedecido y tuvo que contener las ganas de llorar cuando abandonó la sección.

El BDSM no era tan bonito como se pintaba.

—Oye, ¿estás bien?— le preguntó Fiammenta acercándose a ella, hacía más de veinte minutos que la vio bajar sola y más pálida que nunca. Tomó asiento en uno de los sofás y desconectó del ambiente que la rodeaba.

—Quiero creer que si.— respondió tomando una profunda respiración.

La chica frunció ligeramente el ceño mientras se sentaba frente a ella, cualquiera de las otras camareras no tendría permitido perder su tiempo así a la ligera pero esta tenía beneficios al ser la sumisa de uno de los maestros.

—Sabes que puedes contarme lo que pasa, no voy a juzgarte ni mucho menos.

—Lo sé pero no creo que quiera hablar de esto.— murmuró por lo bajo.

—Leyre Moon, a Cyara le funcionaban ese tipo de respuestas pero una hora más tarde ya se estaba follando al maestro Vélez como si anteriormente no tuvieran problemas. — dijo entrecerrando sus ojos—. ¿Has tenido algún problema con el maestro Camacho?

—No... No ha tenido nada que ver con él.— confesó antes de morder su labio inferior con nerviosismo—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Supongo que puedes.— respondió encogiéndose de hombros.

—¿El maestro de Jesús ha tenido algún... fallo mientras practicaba algo contigo?— preguntó temiendo saber la respuesta.

—No.— dijo con firmeza—. Él es un maestro, es casi imposible que cometa errores. En cambio, yo si cometí varios y eso lo llevó a él a tener que improvisar para que nada saliera mal.

—¿No tienes miedo cuando haces alguna cosa que aparenta ser peligrosa?

—Diablos, si.— respondió riendo—. Pero sé que estoy en buenas manos, tal vez pueda castigar mi piel pero cuida mi alma. La confianza es la base de cualquier práctica que vayas a hacer, si no hay confianza entonces retírate porque definitivamente algo saldrá mal.

—Hace no demasiado, Richard me llevó a su sección en CNCO.— confesó—. La mayor parte de los presentes estaban disfrutando, a pesar de que no se veían en posturas cómodas o algo por el estilo... Hasta que uno de ellos no midió su fuerza al utilizar un látigo, ella gritó y se veía mal... Yo no quiero pasar por algo así, no veo la jodida necesidad de que el sexo sea tan intenso.

—En aprendices pueden pasar ese tipo de cosas, por algo están ahí... Para aprender.— dijo como si fuera obvio—.  La perfección es algo que se consigue con mucho tiempo de entrenamiento y práctica, los cinco maestros de seguro han tenido muchos fallos a lo largo de su vida pero yo no me atrevería a preguntarles por ellos. Si lo que te preocupa es terminar mal déjame decirte que no pasará, Richard es un profesional así que déjate llevar y confía.

La joven pensó en lo que acababa de decirle durante unos segundos, no estaba segura de que decir al respecto. Fiammenta sonrió orgullosa de haberla dejado sin palabras y tras guiñarle un ojo se levantó y volvió a su trabajo.

Leyre se pasó las manos por el rostro mientras despegaba el culo del asiento y empezaba a caminar en dirección a la salida. Sin embargo, sus pies se detuvieron al ver a los novios de sus mejores amigas hablando de forma amistosa en la barra. Tanto Christopher como Alan eran dominantes, uno con más experiencia y profesionalidad que el otro, pero no quitaba que tuvieran gustos parecidos.

—Leyre, que bueno verte, Richard te estaba buscando.— la voz del maestro Colón la hizo sobresaltarse—. Uy, mi intención no era asustarte.

—Estaba distraída.— dijo sacudiendo su cabeza.

—Me di cuenta, haciendo teorías extrañas sobre los novios de tus mejores amigas.— se burló el ojiverde—. Deja de montarte tus películas en la cabeza, sabes que ambos quieren a sus novias lo suficiente como para hacer algo de ese estilo.

—No pensé en ningún momento que ellos le fueran infieles.— mintió. El primer pensamiento siempre sería ese, Alan había demostrado en varias ocasiones ser un buen chico pues cuando salían se encargaba de las tres, se preocupaba por ellas y las cuidaba. Miraba a Zaida como si fuera su mundo entero y evitaba los coqueteos de cualquier otra chica. No podría decir lo mismo de Christopher, a pesar de estar saliendo con su mejor amiga, él seguía siendo el dueño de CNCO y también era uno de los maestros en el club. Estaba rodeado de mujeres con poca (o ninguna) ropa encima.

—Te daré un consejo: no le mientas a un maestro porque sabemos que lo estás haciendo.— susurró cerca de su rostro—. A mi me importa entre cero y nada tus mentiras, pero no creo que ellos opinen lo mismo.

—Tengo mis motivos.— se defendió—. Cyara no está bien con tu amigo, ha estado durmiendo en casa estos últimos días y lo evita... Si me entero que es por una jodida infidelidad...

—¿Realmente lo ves capaz de serle infiel a Cyara?— cuestionó frunciendo el ceño—. Por Dios, no existe alguien más posesivo que ese hombre cuando se trata de su ángel. No estaría dispuesto a perderla por un error que él mismo ha cometido.

—Tú eres su amigo, es normal que hables a su favor.— espetó tomando distancia.

Erick estuvo a punto de soltarle un par de verdades en la cara pero la presencia de un nuevo inquilino lo hizo callarse.

—¿Qué mierda está pasando aquí?— preguntó Richard con dureza al verlos a ambos con expresiones de molestia en el rostro.

—Pregúntaselo a tu amigo.— espetó Leyre antes de caminar hasta la salida y abandonar el club.

—Hablaré contigo más tarde.— me advirtió a su amigo antes de salir corriendo tras la chica.

Doloroso placerWhere stories live. Discover now