El Monte Otris

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Cerró sus ojos con fuerza, y al cabo de unos segundos ya estaba en otro lugar, Hermes le palmeo el hombro juguetonamente, y el abrió sus ojos, habían llegado a su destino.

Frente a él había un par de personas en lo que parecía ser un salón de guerra.
La más cercana era un joven rubio, parecía más o menos de su edad y tenía una sonrisa deslumbrante que le hacía entrecerrar los ojos.
Al lado de él se encontraban dos chicas, la primera era una chica rubia y de ojos grises, los cuáles parecían analizarlo detenidamente.
La otra, llevaba el pelo puntiagudo, como cuándo en una caricatura un personaje se electrocuta, bien, así se veía la chica. Tenía ojos celestes y vestía como una rockera dark, todo de negro, seguro que sí le preguntabas su banda favorita te diría Kiss o AC/DC. A pesar de todo ello, era intimidante.

A unos pies de distancia se encontraba el par más aterrador que Percy había visto hasta ahora, un hombre y joven que eran idénticos. Ambos tenían tez pálida, el pelo negro y largo, su aspecto era tan lúgubre que a simple vista asustaria a cualquiera.

Las dos últimas personas que aún no conocía, se encontraban una al lado de la otra, vestían una armadura de batalla que le hacían recordar a la Antigua Roma.
El chico tenía el cabello rubio, cortado al estilo militar, sus ojos eran azules, y poseia una pequeña de cicatriz en la comisura de sus labios. La chica a su lado era de tez morena, quizás latina, tenía su brillante cabello negro trenzado en una trenza, y sus ojos, eran de un penetrante color negro, tan fríos cómo el invierno.
Llevaba una especie de toga de color púrpura, decorada con medallas de oro por encima de su propia armadura de oro.

-"¿Es él?". Preguntó el joven que parecía brillar.

-"Tiene que serlo". Respondió la chica rubia de ojos grises, que seguía mirándolo de arriba a abajo.

-"Hijo". Le dijo su padre con mucha felicidad en su tono, mientras lo abrazaba fuertemente.

Luego de unos segundos, su padre terminó con el abrazo, y le señaló al resto.

-"Preséntate Percy". Le indicó, y Apolo sonrió descaradamente.

-"Emmm.. Hola. Capitán de la nación del Fuego Perseus Jackson presentándose.. Pero pueden llamarme Percy". Terminó, acariciandose la nuca. La sonrisa de Apolo creció aún más y Hermes no pudo aguantarse una carcajada.

-"¿En serio Perce?". Le indicó con un tono juguetón el dios mensajero.

-"Apolo, dios del sol y la música, entre otras grandiosas cosas. Bienvenido Perce". Lo saludó mientras le estrechaba la mano calidamente.

-"Vamos Nico, terminemos con ésto". Dijo el hombre alto de tez pálida.

-"Hades, Señor del Inframundo". Empezó, y señaló al chico, éste se acercó tambaleante y con premura a Percy.

-"Hoola.. Soy Nico. Di Angelo. Hijo de Hades". Percy le sonrío y apretó la mano del muchacho.

Una vez el chico volvió junto a su padre, el par de chicas se acercó, la rubia fue la primera en presentarse.

-"Annabeth Chase, hija de Atenea". Terminó, diciendo con mucho orgullo lo último, mientras lo seguía analizando detenidamente.
La otra chica la empujó suavemente, apartandola del camino y acercándose peligrosamente a él.

-"Thalia Grace, hija de Zeus". Habló, ya a escasos centímetros de su cara y con los ojos entrecerrados. En el momento exacto en que vio sus ojos, Percy le juraría a cualquiera que brillaron tanto cómo uno de los rayos de Azula.

Le ofreció su mano e inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho, ella la apretó, y al instante en que lo hizo sintió una descarga eléctrica recorrer todo su cuerpo, entumeciendo su brazo en el proceso.
Percy miró su brazo extrañado y justo antes de alejarse, ella sonrió con total satisfacción y descaro.

Percy Jackson And The PrincessWhere stories live. Discover now